Las muertes “hipóxicas felices” accidentales no son poco frecuentes y hay una serie de situaciones que pueden provocarlas. Un ejemplo de ello es la bajada repentina del nivel de oxígeno que se produce cuando un avión se despresuriza a gran altura. Esto puede provocar una rápida pérdida del conocimiento y la muerte de todos los que se encuentran a bordo.
Cuando el avión se despresuriza, los pasajeros aún respiran con facilidad. El problema radica en que en el aire que se inhala hay poco oxígeno. Debido al gran volumen de aire existente dentro del avión, no hay acumulación de dióxido de carbono. No es raro que los aviones que se han despresurizado repentinamente viajen con el piloto automático hasta quedarse sin combustible mucho después de que todas las personas a bordo hayan muerto. Los testigos (de aviones enviados a investigar) afirman que parecía que todos estuvieran durmiendo plácidamente.
Cuando una persona exhala completamente, a continuación tira hacia abajo de una bolsa Exit que está cargada previamente con un gas inerte, y respira profundamente, los pulmones se le llenarán de un gas en el que hay muy poco oxígeno. La sangre que pasa por los pulmones de camino al cerebro no tendrá oxígeno que transportar y se perderá rápidamente la consciencia. Esta pérdida de consciencia se producirá rápidamente, en una o dos inspiraciones. Si no interviene nadie, la muerte se producirá en un plazo de 5 a 10 minutos. Es la falta de oxígeno en el gas inhalado lo que causa la muerte, no las características del gas inerte en particular utilizado.
Para que el proceso funcione, es importante que el aire (con un 21% de oxígeno) en los pulmones se pueda sustituir rápidamente y por completo por el gas inerte que hay en la bolsa Exit. Con una buena función pulmonar (y algo de práctica), esto se puede conseguir con un solo ciclo de exhalación e inhalación. Pueden surgir problemas con el método si debido a una enfermedad pulmonar o a una técnica deficiente se impide el