cualquier prueba por sí misma. Retiran la botella e incluso pueden limpiar el vaso antes de que les entre el sueño. Si así se hace, la muerte parecerá natural (aunque sea suicidio).
En la mayoría de las jurisdicciones occidentales será delito intervenir en las “circunstancias de una muerte o un cadáver”, etc. Pero no se trata de un delito grave y no debería ser confundido con “ayudar a un suicidio”. Retirar la Bolsa Exit, por ejemplo, de la cabeza de un ser querido tras su muerte es muy distinto a ayudar a esa persona a colocarse la bolsa en la cabeza, que es una ayuda clara al suicidio.
Si, por casualidad, las autoridades descubren que se ha hecho una cierta “limpieza”, los amigos y familiares suelen explicar sus acciones diciendo que defendían la reputación de la familia. Dicen que sería un estigma para el buen nombre de la persona que se hiciera público su suicidio. Cuando usted lo admite en la escena de la muerte o insiste en su derecho de permanecer en silencio, a menos que se le acuse formalmente para luego ser interrogado por la policía, usted despierta su curiosidad y puede arruinar su actuación. Solo los que estén ahí pueden decidir cómo tratar la situación. Generalmente, el acto de la “limpieza” no es probable que conlleve más que una reprimenda.
Certificados de defunción
Al llegar a casa de la persona que ha muerto, el médico realizará dos tareas. Primero, confirmar la muerte. Para ello, efectuará unas cuantas pruebas sencillas para asegurarse de que la persona está realmente muerta y no solamente en estado catatónico o comatoso. Habiendo confirmado la muerte, lo siguiente es firmar el certificado de defunción. Hay algunos requisitos que deben cumplirse para poderlo hacer. Hay dos particularmente interesantes.