La segunda ventaja principal de morir en Suiza se deriva de la naturaleza abierta del Código penal suizo (art. 115). De acuerdo con la ley suiza, “quien, por motivos egoístas, persuada o ayude a otra persona a cometer suicidio, será castigada con una pena de prisión de hasta cinco años”. Esto significa que cualquier persona que no actúe “de forma egoísta” (por ejemplo, si quien lo hace no consigue ningún beneficio económico o de otro tipo) no comete ningún delito.
Según este peculiar artículo, la persona que recibe la asistencia no necesita estar enferma. Sin embargo, la jurisprudencia suiza (fallo del Tribunal Supremo Federal de Suiza BGE 133 I 58) exige que la persona que solicita la ayuda debe poseer capacidad para tomar decisiones así como tener “control” o “propiedad de la acción” sobre su muerte (“Tatherrschaft”’ en alemán). Este es el criterio para una Muerte Asistida Voluntaria en Suiza (MAV).