Al contrario, si el doctor sospecha que la muerte no es natural (p. ej., que la muerte es posiblemente un suicidio o que su causa no está clara) puede certificar la muerte pero no firmará el certificado de defunción. En tal caso llamará al forense y la policía intervendrá. Si se determina el suicidio como la causa, sin la participación de otras personas, no necesariamente se retrasará el funeral o la disposición de su cuerpo.
Aquí es donde la existencia de una nota de suicidio bien escrita puede ser particularmente beneficiosa, y es improbable que la policía haga más que preguntar a los presentes sobre su relación con el fallecido y confirme, simplemente, que no tuvieron intervención en la muerte de la persona.
Si se sabía que el fallecido estaba gravemente enfermo y si la persona eligió un método que no dejase señales físicas obvias, o si la persona y/o amigos y familiares se han preocupado de retirar de la escena cualquier evidencia de suicidio, es casi seguro que el médico certifique la muerte y firme el certificado de defunción.
Cuando acuden a un aviso de una muerte, la policía es por lo común delicada y respetuosa. Pero está ahí para hacer su trabajo y ello puede incluir interrogar a los que estaban en la casa en el momento del fallecimiento. Averiguarán cómo era de grave la enfermedad de la persona que ha muerto. Si el suicidio es obvio, tomarán nota del método empleado (si es aparente) y mandarán detalles al forense. No obstante, si albergan alguna sospecha de que la persona fue ayudada a morir, se pueden intensificar los interrogatorios de los presentes. Estén advertidos y sean cuidadosos. Los policías no son sus amigos, por más amistosos que puedan resultar.