no debe ser un evento médico. También es discutible si la profesión médica debe desempeñar el papel de árbitro de la decisión sobre quién recibe el derecho a morir con dignidad y quién no lo recibe.
Hay una extensa discusión sobre la filosofía de la muerte y de morir de Exit en Killing Me Softly: eutanasia voluntaria y el camino hacia la píldora apacible, Penguin, 2005, ahora disponible (en inglés) aquí: http://bit.ly/1eVogzs .
Ese modelo médico de la muerte y de morir se cierne sobre nosotros y necesita ser cuestionado. Esto es, en parte, el por qué de la confección de este libro. La era de Internet ha demostrado ser perfecta para la democratización de la información.
Conclusión
Son muchas y comprensibles las razones de por qué una persona gravemente enferma (o anciana) debería ser alentada a elaborar un plan para el fin de su vida. Exit no acepta la premisa de que las personas gravemente enfermas que planifican el final de su vida son depresivas o enfermas mentales.
Antes bien, el derecho de una persona a información sobre el final de su vida debe entenderse como algo fundamental para capacitarla a tomar sus propias decisiones y opciones, tal como lo ha hecho durante toda su vida.
Promulgando leyes que restringen y secuestran esta información, el Estado se comporta de una manera que no solo es cruel, sino falta de equidad e injusta. Los que tienen dinero y conexiones siempre tendrán más recursos y mejores condiciones para obtener la información necesaria y más posibilidades de acceder a medicamentos restringidos que quienes son menos favorecidos. El propósito de este libro es restablecer el equilibrio.