que a pesar de ello, como Angelique, quieren tener el control de su muerte. Dicen que, si bien no sufren dolor ahora, su calidad de vida, sin embargo, está seriamente afectada por su enfermedad. Ellos saben que a menudo no hay nada que la medicina paliativa moderna pueda hacer al respecto.
Algunas de estas personas están tan débiles que no pueden moverse sin ayuda. Otros sufren ahogo, lo que les hace imposible la vida independiente. Para un número significativo de personas, son los temas no médicos los que tienen un mayor impacto sobre su calidad de vida.
Un caso memorable reciente se refería a un hombre de mediana edad llamado Bob. Bob sufría de cáncer de pulmón. Le producía una profunda tristeza ver que ya no era posible practicar su pasatiempo favorito -una partida de golf con sus compañeros. Tenía la mente clara. Fue su frustración por estar recluido en casa, dependiendo de las visitas de amigos y familiares más que los síntomas físicos del cáncer, lo que le hizo elegir una muerte programada.
Los cuidados paliativos no son la panacea universal. Si bien esta rama de la medicina tiene una valiosa contribución que hacer, especialmente en el campo del dominio del dolor, no deben considerarse los logros en el tratamiento de los síntomas como indicadores de la calidad de vida de una persona.
La gente prefiere calificar su calidad de vida de diferentes maneras, y no hay dos individuos que lo hagan igual. Mientras que una vida sin dolor es claramente mejor que una vida con dolor, este no siempre es el tema más importante. La clave está en el valor que a su vida da ese individuo tras una prolija evaluación. A menudo, los síntomas físicos de una enfermedad son solo una de las muchas consideraciones. Pregúntenle a Angelique.