A principios de 2012, los abogados de un ciudadano británico, Tony Nicklinson, que padecía el “síndrome de enclaustramiento” contactaron con Exit y Philip Nitschke. Estos abogados dijeron que estaban buscando una tecnología que ayudase a Tony a quitarse la vida (por lo tanto, no violaría ninguna ley, ya que el suicidio es legal en Gran Bretaña). El problema de Tony era que lo único que podía hacer era parpadear. Indicaron haberse informado acerca de los antiguos inventos para el suicidio asistido de Philip y que, al ser alguien que domina las disciplinas de la física experimental y la medicina, tal vez tuviera alguna idea.
Estaba claro desde el principio que era bastante improbable que hubiera una solución rápida para Tony, quien murió en agosto de 2012. Pero quizás un nuevo concepto pudiera ayudar a otras personas en el futuro.