Y después está la cuestión de si una persona sería culpable de asistir en un suicidio tan solo por estar presente cuando uno de sus seres queridos ingiriese el Nembutal que hubiese adquirido por sí mismo.
Por un lado está el argumento de que, ¿el mero hecho de estar con alguien a punto de suicidarse presta apoyo psicológico? Pero, ¿realmente es así? ¿Tal vez las personas presentes tienen el deber de evitar que esa persona se dañe a sí misma? ¿Tal vez deberían saltar de la silla y arrebatar el vaso con los fármacos letales de los labios del sujeto? Pero, ¿eso no sería un ataque violento? La ley sobre el suicidio asistido es imprecisa y turbia.
Legislación sobre la eutanasia voluntaria - ¿Qué tipo de ley se necesita?
Durante años, la legislación ha intentado aportar luz y orden al debate sobre el suicidio asistido. Al definir la categoría de personas que pueden recibir ayuda para morir y al estipular la forma en que se puede proporcionar, una ley, la “Rights of the Terminally Ill Act. (ROTI)” (Ley sobre los derechos de los enfermos terminales del Territorio del Norte de Australia) -la primera ley del mundo sobre el derecho a morir dignamente- ha contribuido en gran medida a establecer uniformidad y equidad.
Para acogerse a la ley, el individuo debía ser un “enfermo terminal”, y esto se estipula en la ley. El individuo también debía cumplir una serie de estrictos requisitos. Si era apto, tenía derecho a solicitar la asistencia legal de un médico para morir.
Otras leyes (Oregón, Países Bajos y Washington, etc.) también se han propuesto definir exactamente qué grupo de personas puede recibir ayuda para morir. En todos los casos, la elegibilidad está rigurosamente controlada.