destilada, a temperatura ambiente, en un vasito, no muy grande, limpio (mejor un vaso de precipitados de laboratorio, que tienen las paredes finas y permiten observar mejor lo que ocurre en su interior, además de un “pico” para controlar con precisión su vertido cuando los vaciamos evitando derramar parte de su contenido). Cuando se haya disuelto por completo llene de vinagre la jeringuilla del equipo para el análisis y agregue vinagre gota a gota. Observe la nubecilla que se forma con la adición de cada gota. Deje reposar y precipitar el polvillo. Continúe vertiendo más del ácido. Detenga la operación cuando ya no aparezca precipitado al seguir echando vinagre.
Coloque un embudo limpio (que puede ser de cocina) en un vaso, botella o copa y dentro de él ponga el papel de filtro doblado. A continuación vierta, con cuidado, en su centro, dentro del papel de filtro, la mezcla del producto precipitado y agua a la que ha agregado el vinagre.
Para asegurarse de que ha recogido todo el precipitado cristalino, enjuague el vaso (y sus paredes que podrían retener una parte significativa de la menuda muestra que manejamos) con un poco de agua destilada y vierta de nuevo su contenido dentro del filtro como anteriormente. Déjelo escurrir y, siempre con las pinzas, coloque el filtro de papel sobre un plato limpio resistente al calor, o sobre un poco de papel de aluminio. Póngalo en el horno previamente precalentado a baja temperatura (unos 100ºC). Deje que el papel se seque por completo. Saque del horno, con las pinzas, el filtro con los cristalitos que contenga y sin que caiga nada del precipitado, pese de nuevo, en la báscula de precisión, el filtro con los cristalitos. Reste de la lectura actual el peso del filtro que tenía anotado y obtendrá el peso total del precipitado producido.