semanas y meses antes de que llegue el momento. Seguro que la persona implicada que ha fallecido no tendrá preocupaciones. Pero, para los que se quedan, rehacer su vida tras una muerte puede ser tarea compleja.
Este capítulo intenta proporcionar algunas sugerencias sobre qué hacer y qué no hacer en el caso de un suicidio racional –el suyo o el de personas queridas. Para ello, hablamos de cuestiones tales como limpiar y retirar el equipo utilizado, cartas de suicidio, certificados de defunción, así como cuestiones legales tales como autopsias e interrogatorios del forense. Este capítulo no es ni pretende ser un consejo legal. Para ello, los lectores deben visitar a un abogado profesionalmente cualificado de su localidad. Más bien se trata de brindar algo de sentido común sobre cómo proteger su muerte elegida y que sus secuelas sean menos estresantes para todos los afectados.
¿Tiene “capacidad para morir?”
La literatura biomédica ha argumentado largo tiempo que una persona que elige el suicidio debe ser alguien depresivo o disminuido psiquiátricamente. A este respecto, durante