La doctrina del doble efecto: El oblivio farmacológico, la sedación terminal y la eutanasia lenta
La eutanasia lenta o la “Doctrina del doble efecto” como a veces se le llama, es la única forma en que un doctor que esté interesado en ello puede acelerar la muerte de un paciente y escapar a las consecuencias legales.
Conocida comúnmente como “vacío legal médico”, la eutanasia lenta permite a un médico finalizar la vida de un paciente aumentando poco a poco la cantidad de un fármaco analgésico como la morfina. Se administra una dosis de morfina al paciente enfermo “para que se sienta cómodo”. Después de un lapso de tiempo, y tras una revisión, se decidirá que el fármaco ha sido insuficiente y que el paciente sigue estando angustiado. Después, se le administrará una dosis mayor y transcurrirá otro lapso de tiempo. Es posible que el paciente no esté consciente o lúcido. Se encuentra efectivamente en un estado de “inconsciencia farmacológica” a medida que continúa el proceso. Finalmente, se alcanzará una dosis letal y se producirá la muerte. El médico argumentará que la muerte del paciente se debió a una consecuencia no planificada de la enfermedad del paciente o del tratamiento necesario para su dolor.
A menudo, pueden pasar varios días hasta que los niveles de morfina sean lo suficientemente altos como para causar la muerte. Es importante para la tranquilidad jurídica del médico que el proceso sea lento. De hecho, es el tiempo transcurrido lo que da credibilidad al argumento de que intentaron establecer “la dosis adecuada” de morfina. Si, por ejemplo, se administrara una sola gran dosis de morfina y se produjera la muerte, sería casi imposible para el médico argumentar que su principal intención era el tratamiento del dolor del paciente. La eutanasia lenta es necesariamente lenta. Debe serlo, a fin de aprovechar con seguridad este vacío legal.