A la menor duda sobre la causa de la muerte, el doctor contactará con el forense y se practicará una autopsia. Consiste en la disección del cuerpo hecha por un patólogo, la inspección visual y microscópica de órganos y el análisis bioquímico de fluidos corporales, contenido estomacal, etc.
En la autopsia se descubrirá el contenido de fármacos (y alcohol) en el cuerpo. Si los productos son ilegales o difíciles de obtener, se les pueden formular preguntas sobre si fue precisa ayuda para la obtención, preparación o administración de la sustancia.
Aunque nos pidan autorización para una autopsia, y un familiar puede rechazarla, hay que recordar que esa negativa puede ser revocada por las autoridades (dependiendo de la jurisdicción). Las autopsias son caras y generalmente solo se practican si hay algún misterio legal o médico sobre la muerte, es decir, si hay incertidumbre sobre cómo murió la persona. En esas situaciones, especialmente si existe la posibilidad de que el suicida recibiera ayuda de cualquier tipo, la decisión se tomará sin contar para nada con los deseos de la familia.