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los casos, las imágenes grabadas sirven exclusivamente para fines de una inves- tigación después de lo sucedido y no de forma preventiva. Con respecto al tercer punto, la vi-


deovigilancia brinda ayuda en caso de una emergencia o crisis, particularmen- te cuando se experimenta la necesidad de enviar a un equipo de rescate o res- puesta especial al sitio del incidente, re- cordemos que cada minuto cuenta.


USOS Y RESTRICCIONES DE LA VIDEOVIGILANCIA


CÁMARAS VIGILAN UNA CIUDAD ENTERA


En 2002, basado en una investigación acreditada, se publicó que el Reino Uni- do tenía 4.2 millones cámaras; en años recientes, el número se ha puesto en tela de juicio. De fuentes veraces publicadas en el 2011, se ha disminuido a 1.85 mi- llones, desglosado de la siguiente forma:


· 1.7 millones (92%) son de propiedad privada, por ejemplo: negocios, ba- res, restaurantes, gasolineras, etc.


· 115 mil (6%) están colocados en los transportes públicos (trenes y auto- buses).


· 33 mil 433 (2%) son de propiedad pú- blica.


Las cifras anteriores corresponden a


un población de 62 millones 698 mil 362 habitantes, lo que significa un promedio aproximado de 2 mil 951 cámaras por 100 habitantes, que clasifica a aquel país como una “sociedad vigilada”. Para los expertos en seguridad consi-


derar realmente “vigilada” una sociedad tendría que incluir no sólo el circuito cerrado de televisión, sino tarjetas de identificación con tecnología de rastreo, archivos de comunicación, sistemas de reconocimiento facial y de voz y la cen- sura de Internet, por mencionar algu- nos. No obstante, es la cámara de CCTV la que ha sido creada como sinónimo de vigilancia. Debemos también tomar en cuenta que el Reino Unido es uno de los pocos


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países que ha abordado la tarea inmensa de tratar de cuantificar sus cámaras de vigilancia. Sería atrayente saber en qué posición se encontrarán algunos países de América Latina y el Medio o Lejano Oriente.


PROPÓSITOS DE LA VIDEOVIGILANCIA URBANA


Retomando la esencia de la videovigi- lancia urbana, necesitamos aclarar su propósito, qué puede incluir y no dejarlo limitado a:


· Disminuir el crimen. · Monitorear conductas y/o activida- des ilícitas.


· Proveer asistencia en caso de emer- gencia.


En relación al primer punto, es ge-


neralmente aceptable que la presencia de una cámara de vigilancia sea una medida de seguridad disuasiva para el delincuente potencial (siempre y cuan- do haya alguien que esté vigilándola). Sin embargo, no aplica en los casos de criminales ya comprometidos y de lle- var a cabo el ilícito a terroristas suicidas. Además de ser una recopilación de evi- dencia irrefutable (la cual muestra que la videovigilancia actualmente reduce la delincuencia) se convertirá en algo un poco retador. El segundo punto habla por sí mis-


mo, observar los comportamientos o movimientos cuestionables bajo la ley. Desafortunadamente, en la mayoría de


No obstante, la videovigilancia urbana también puede ser utilizada para satisfa- cer agendas políticas, con la finalidad de obtener “control político”. Así se podría interpretar la iniciativa china llamada el “Escudo Dorado” (en inglés Golden Shield) que va indiscutiblemente más allá de la videovigilancia debido a su objetivo de permear todas las facetas de la sociedad a través de un sistema de vi- gilancia integrada y ubicua, exponiendo los rasgos de una sociedad auténtica- mente vigilada, al estilo Orwelliano. Si vamos un paso atrás para contem-


plar el campo de juego entero, nos da- remos cuenta que por un lado tenemos a los partidarios de la videovigilancia urbana, quienes promueven la tecno- logía para la seguridad de la población. Acercándonos al medio campo, encon- traremos todavía seguidores, padecien- do algo de carencia de transparencia referente a sus motivos y, al otro lado,


Foto: © Ilya Zlatyev | Dreamstime.com


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