A NIVEL INDIVIDUAL
Para los individuos, las calculadoras de carbono simplifican la recopilación de
un inventario. Generalmente, necesitarás conocer tu consumo de energía en
kWh, la cantidad y el tipo de combustible que utilizas para calentar el agua y
tu hogar, además de cuántos kilómetros recorres en coche, avión o con otros
vehículos. Asimismo deberás decidir los límites del sistema que te concierne,
ya seas individuo, se trate de tu hogar o de la compañía para la que trabajas.
Todavía queda pendiente de resolver la variedad de emisiones que estás dis-
puesto a reconocer. Pueden ser simplemente aquellas para las que eres direc-
tamente responsable – como los gases que se despiden del tubo de escape de
tu coche o las emisiones de la calefacción central de tu casa. Pero igualmente
puedes decidir establecer los límites mucho más allá e incorporar al menos al-
gunas de las emisiones “incrustradas” en todo aquello que utilizas o compras.
Una etiqueta que indicara que un producto es amigable con el clima (etiqueta clima) o la
huella de carbono (etiqueta carbono) podría ayudarnos, en un futuro, a identificar las emi-
siones indirectas. Sin embargo, dada la complejidad del ciclo de vida de los productos, podemos
imaginar lo difícil que resulta la creación de una etiqueta a este nivel, sin hablar de la compara-
ción de los distintos productos entre sí. En Marzo de 2007, la Carbon Trust introdujo en el Reino
Unido una etiqueta carbono, la cual muestra la huella de carbono inherente a un producto en
el momento de su colocación en un stand. Ejemplos de productos de los que figura su huella
de carbono son: las patatas Walkers, las bebidas Innocent Drinks y los champuses de Boots.
Pero cuantos más parámetros incluyas, más difícil resultará la tarea de medir
las emisiones. Puedes perder cierta precisión; sin embargo, estarás más seguro
de no estar ignorando una gran parte de tus emisiones. Probablemente, la regla
más sencilla consista en incluir aquellas emisiones de las que dispongas el
control, así como aquellas de los productos o servicios por los que pagas. La
respuesta que recibirás no será ni perfecta ni tampoco completa, pero te permi-
tirá tener un punto de partida, a partir del cual puedes esperar mejorar tu resul-
tado futuro. Casi la mitad de las emisiones de las que somos responsables los
individuos en los países desarrollados, provienen de causas sobre las que tene-
mos un cierto control; por ejemplo, las distancias que recorremos en coche o en
avión, o la manera en la que calentamos nuestros hogares o les suministramos
energía. El resto proviene indirectamente de la energía que consumimos en
nuestros lugares de trabajo, del mantenimiento de la infraestructura pública y
del gobierno, y de la elaboración de los productos que compramos (incluidos los
alimentos). Estos son algunos de los factores en los que cualquier individuo
deberá pensar al tomar la decisión de cómo iniciar su régimen climático.
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