Además, la energía empleada en su cultivo será mínima, simplemente la nuestra.
Si comparamos las emisiones de la producción de carne y las del cultivo de verdura,
podremos ver que la respuesta se basa claramente en comer más vegetales y menos
carne y comida procesada. De igual forma, si utilizamos la ropa hasta el final de su
vida útil, remendándola cuando sea necesario, emplearemos mucha menos energía
que si siempre vestimos según las últimas tendencias.
Quizás sería útil recapitular sobre algunas de las maneras de reducir emisiones
sin tener que implicar a nadie más que a nosotros mismos, por ejemplo, en una
semana normal.
Nos despertamos, la alarma del despertador eléctrico nos devuelve a la reali-
dad bruscamente: es hora de buscar el viejo despertador de cuerda de la época
de tus abuelos, aquel que no requería de una fuente externa de energía para
hacerlo funcionar. Por cierto, ¿a qué temperatura está el dormitorio durante la
noche? ¿No podríamos reducir la temperatura un par de grados y utilizar una
manta extra o un edredón más grueso? Nos dirigimos al baño: la energía que
empleemos dependerá de la temperatura y la duración de la ducha. Podemos
utilizar un secador, o dejar que el pelo se seque de forma natural. El desayuno
La industria de la alimentación es uno de los sectores con mayor intensidad de GEI, si se toman
en cuenta la cadena de suministro y el impacto de la producción agrícola (véase el Programa de
Acción por el Clima en: www.climateactionprogramme.org). Si comemos menos carne y produc-
tos lácteos, estaremos contribuyendo a una producción alimenticia más eficiente. Se emplea más
energía en el caso de la carne porque es mucho más lento producirla y, además, los animales no
digieren el pienso de forma eficiente. Necesitan alimentarse con productos vegetales cultivados
en granjas, que podrían alimentar a más personas directamente. El abono desprende metano, al
igual que los rumiantes, como las vacas, ya que la comida fermenta en sus estómagos. Es por esta
razón que convertirse en vegetariano no sería de gran ayuda si simplemente reemplazamos las
proteínas animales por productos lácteos. Las vacas lecheras producen más del doble de metano
que el ganado destinado a la carne. Sin embargo, sí que es posible conseguir una producción de
carne sostenible: implicaría un pasto que mejorara la calidad del suelo, la utilización de un biogás
que pueda emplearse como energía renovable, y evitar actividades de gran intensidad energética.
La agricultura orgánica evita el uso de fertilizantes con combustibles fósiles y mantiene el suelo
en buenas condiciones. Pero es posible que la comida orgánica no llegue a alimentar a todo el
mundo, en parte debido a la cantidad de espacio que requiere.
Pensemos en la cadena de producción y suministro cuando decidamos qué comprar y cocinar.
Si adquirimos ingredientes naturales y cocinamos nuestra propia comida en lugar de comprar
comida preparada, estaremos ahorrando la energía empleada en el embalaje, refrigeración y al-
macenaje de estos productos. Y a la hora de desecharla, el compostaje reduce los GEI.
es modesto, pero hervir el agua necesaria para un té en una tetera eléctrica su-
pone la mitad de energía que la que supondría una estufa.
DEJE EL HÁBITO el CiClo - ReDUCe 101