CIUDADES
Las ciudades pueden ejercer una gran influencia a la hora de reducir el impacto
climático, por lo menos de dos maneras: son responsables de asegurarse de que
en su propia administración y en sus actividades (su función de gestión pública)
se desarrolle una tendencia hacia la neutralidad climática lo más rápidamente
posible; también influyen en el comportamiento de sus ciudadanos y otras
partes responsables, como la industria y el transporte. Este es su papel dentro
de la comunidad. De esta forma pueden motivar a otros y animarlos para que
colaboren en la reducción de las emisiones. Las ciudades pueden hacer mucho
en lo que a neutralidad climática se refiere.
Al igual que las empresas, pueden asegurarse de que sus propias políticas de
contratación pública sean beneficiosas en este aspecto. En cuanto a la contrata-
ción pública, las administraciones locales son grandes adquisidores de material e
instrumental: papel, ordenadores, muebles, flotas de vehículos (no sólo turismos
y autobuses, sino también una inmensa colección de vehículos, ambulancias, ca-
miones de bomberos, etc.)
Son responsables del equipamiento de los edificios públicos, en donde siempre
deberán velar por los criterios que favorezcan el medio ambiente, por ejemplo, en
lo que a la elección de material y suministro de energía se refiere. Las ciudades
también pueden asegurarse de que sus políticas de contratación especifiquen el
uso de alimentos orgánicos y locales en las cafeterías, colegios, teatros y cualquier
otra institución de la que sean responsables.
Predicar con el ejemplo
La ciudad sueca de Växjö (uno de los miembros fundadores de la red Climate Neutral
Network del PNUMA) se ha proclamado como la ciudad más ecológica de Europa.
Sus emisiones de CO
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disminuyeron un 30% per cápita entre 1993 y 2006. En tér-
minos absolutos, cada ciudadano de Växjö aporta 3,2 toneladas de CO
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, cifra mucho
más baja que la media europea, que en la Europa de los 25 en el año 2000 ascendía a
8,5 toneladas por persona. La ciudad ha conseguido estos resultados gracias, en gran
medida, al gran porcentaje de biomasa utilizada para la calefacción. Casi el 90% de
la calefacción de Växjö proviene de fuentes de energía renovables. La mayoría de sus
emisiones en la actualidad corresponden al transporte, pero este sector también ha
sufrido un descenso recientemente, gracias al creciente número de vehículos que no
agreden al medio ambiente y al mayor uso de biocarburantes.
Otro caso innovador es la ciudad holandesa de La Haya, que emplea el agua del
mar para la calefacción de sus hogares. Este sistema extrae el agua del mar y la
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