[EL ARTE DE DERROTAR A LOS OPOSITORES
plir un requerimento normativo y político como parte de las plataformas electorales. Lo que predomina son las “campañas del terror” sustentadas en la propaganda negra y mercadotecnia de la calumnia y la difamación. En este escrito, se analizan las diferentes formas
que han adquirido las campañas electorales negativas, también llamadas de contraste, cuyo objetivo central es el conservar o alcanzar las posiciones de poder político, destruyendo a los adversarios o minando sus posibilidad de éxito en la campaña.
LAS CAMPAÑAS CENTRADOS EN LA CREACIÓN DE MIEDO. Para derrotar a los adversarios es importante saber ape- lar a las emociones, movilizando los temores y miedos de los electores, para que sean éstos los que se activen y finalmente logren evitar, con su voto y su proselitismo, que ciertos individuos o partidos “indeseables” accedan a posiciones de poder político. El miedo es una emoción primaria del ser humano,
que genera una serie de condicionamientos, actitudes y acciones entre los individuos, el cual ha sido utilizado históricamente como instrumento de control y disua- sión por parte de las elites. De hecho, el miedo es, quizá, la herramienta más potente y útil de control social que hay, ya que una sociedad con miedo es una sociedad al- tamente manipulable. De acuerdo a Claudia Hilb (2004), en la relación en-
tre miedo y política se pueden encontrar dos corrientes teóricas centrales: la “hobbesiana”, que entiende la po- lítica como una respuesta al miedo y la otra próxima a Montesquieu en la que el orden es sinónimo de segu- ridad. Esta autora afirma que el miedo parece ser el principio de acción que da forma al vínculo político de las “democracias reales contemporáneas.” Es decir, de acuerdo a su concepción el miedo genera y, condiciona, muchas veces, el comportamiento político de los indi- viduos, por lo que es utilizado como estratagema para alcanzar ciertos propósitos, algunas veces perversos, en las democracias modernas. El crear miedo es una estrategia añeja de los políti-
cos, la cual, hoy día, es utilizada por diferentes partidos y candidatos durante los procesos electorales, debido a la vulnerabilidad emocional del ser humano y a los efec- tos que esto genera en su conducta. De hecho, se puede asegurar que las actuales campañas electorales en el mundo se articulan, de una u otra forma, con base en la generación e institucionalización del miedo. Por un lado, miedo a que las cosas empeoren y se pierda lo que se tiene o ha logrado, o que se amenace el sistemas predo- minante de creencias y valores. Por el otro, como garan- tía de seguridad pública, militar, económica, jurídica o
social y salvaguarda ante las amenazas y peligros, reales o imaginarios, existentes.1 Los partidos gobernantes, aunque no sólo ellos, tien-
den, invariablemente, a utilizar la estrategia del miedo para tratar de evitar ser desplazados por sus opositores. De esta forma, asocian a sus contrincantes con el temor a que las cosas empeoren, a que se pierda lo que se tie- ne, se atente en contra del sistema y se genere un co- lapso afectando los intereses de los votantes. Es decir, la estrategia electoral se centra en comunicar y hacer sen- tir a los votantes de que si los opositores llegan al poder destruirán, acabarán y amenazarán, tanto el sistema de creencias, valores o propiedades y generarán problemas a la estabilidad y el confort que hasta ahora se tiene, po- niendo en riesgo el futuro del país. De esta forma, el voto de miedo (meterle miedo a
la gente o explotar los temores de los electores), es una estrategia política ampliamente utilizada durante las campañas electorales. Este tipo de estrategias, se inscri- ben dentro de lo que se ha dado en llamar las campañas negativas, mismas que parten del principio de que es po- sible incrementar el interés, la atención y la persuasión de una comunicación a través de la apelación al miedo (Snipes, La Tour y Bliss, 1999) y de que los anuncios con alto contenido emocional originado por una amenaza tienen efectos más profundos y duraderos en el cambio de las actitudes, las cuales están vinculadas con la con- ducta (Sternthal y Craig, 1974). En este sentido, se puede decir que en una sociedad
democrática, ganará el poder el individuo o grupo de individuos que mejor gestione, aproveche y articule o desarticule, según sea el caso, las estrategias del mie- do. Aquellos más capaces de movilizar las emociones de la gente y que hagan que los votantes teman, rechacen y luchen contra sus adversarios, haciéndolos creer que son sus propios adversarios serán los más exitosos. De igual forma, los que convenzan o aparenten ser más aptos para combatir la inseguridad pública, la alta crimi- nalidad, dotando de garantías de estabilidad, bienestar y desarrollo futuro a los electores, serán los que se im- pomgan en el poder.
LAS CAMPAÑAS CENTRADAS EN LA MOVILIZACIÓN DE LA IRA. Otra de las estrategias muy efectivas para derrotar a los opositores es apelar al enfado y enojo de los votantes, para de esta forma obtener un beneficio electoral. En este sentido, es necesario preguntarse ¿qué es lo que molesta, enfada, enoja, fastidia, incomoda y les gene- ra ira a los votantes, respecto, por ejemplo, del sistema político, económico y social predominante? A partir de la respuesta que se obtenga, se diseña y articula la es-
1 El objetivo central de estas campañas de miedo fue que los electores vieran y asumieran que los adversarios de ciertos partidos y candidatos, también eran sus adversarios, quienes los amenazaban y les pueden hacer algún daño o mal.
HOY DÍA, LAS CAMPAÑAS SE HAN TRANS- FORMADO EN EJERCICIOS SOFISTICADOS Y MODERNOS EN LOS QUE SE INVOLUCRA E INVIERTEN GRANDES SUMAS DE DI- NERO, TIEMPO Y RECURSOS HUMANOS PARA TRATAR DE ALCANZAR O CONSERVAR EL PODER.
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Noviembre - Diciembre 2012
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