This page contains a Flash digital edition of a book.
tiempo va escalando hasta convertirse en un delincuente en potencia. Por esto es importante que dentro de los progra- mas de seguridad se estudien factores incitadores a delinquir, como el sustento de la economía familiar. La educación familiar es básica y


existe una gran responsabilidad por parte de los padres al enfoque de la con- ducta social. Es muy normal que cuando los hijos se portan mal se le diga: “si te sigues portando mal le voy a llamar a un policía para que te lleve”. El niño no en- tiende por qué el policía se lo lleva. La distorsión que se hace de los cuerpos policiacos permite que los pequeños co- miencen a guardar rencor a esta imagen de autoridad. Otra parte es el sensacio- nalismo por parte de los medios (televi- sión, radio y prensa). La formación escolar es otro motor


de afectación de los menores; en la ma- yoría de las escuelas, principalmente las oficiales, los maestros se presentan mal vestidos, con conocimientos restringi- dos, mala formación pedagógica y una gran violencia en sus manifestaciones y reclamos a la autoridad. Dejan de lado su responsabilidad al realizar constantes paros de sus funciones sin importar la afectación en la formación y cultura de los alumnos. Podríamos decir que la educación


de los niños como ciudadanos no es la adecuada y podría provocar la conduc- ta delictiva de algunos. Si enseñamos a no respetar, habrá una ausencia de obe- diencia a las figuras de autoridad, por lo que será fácil rebasar los límites. En las escuelas no se da importancia


al civismo, la ética, la mística, el respeto a las instituciones de gobierno y al espí- ritu patriótico; sin estos cinco conceptos no podemos pensar en la formación de buenos ciudadanos. Estos y otros mu- cho más conceptos se deben considerar en la necesidad de estructurar el con- cepto de “Seguridad Ciudadana”.


SEGURIDAD CIUDADANA


El proceso para alcanzar una estructura de Seguridad Ciudadana empieza con nu- merosas encuestas de opinión en las que se busca conocer qué piensan las perso- nas sobre la problemática de su entorno, en especial, sobre la seguridad. Se busca reflejar en sus respuestas


la angustia que existe en todos los am- bientes como resultado del aumento de la criminalidad y de actos que afectan la pacífica y tranquila convivencia, tanto en zonas rurales como urbanas. En los resultados quedan de manifiesto las ver- daderas inquietudes de la población.


SEGURIDAD PÚBLICA 127


Es indudable que la sociedad se sien-


te segura cuando quienes la integran, sin excepción alguna, pueden cumplir sus labores cotidianas en un ambiente de respeto a la ley, sin sentir temor, viviendo la sensación de estar protegidos perma- nentemente, cuando se respeta el orde- namiento social y hay respeto mutuo. Existe la tendencia a reducir la cate-


goría de Seguridad Ciudadana a su di- mensión de “integridad f ísica”. Sin duda alguna, esta situación está impidiendo el desarrollo del proceso de construcción de una verdadera convivencia social. Más allá de una dimensión limitada


a la “integridad f ísica”, la Seguridad Ciu- dadana engloba la seguridad jurídica y social, la defensa del principio de legali- dad y medio ambiente, la lucha contra la pobreza, el respeto a los derechos civiles y políticos y el derecho a tener condicio- nes económicas y sociales que permitan el desarrollo de todas las potencialidades. En síntesis, la seguridad debe enten-


derse en su más amplio sentido y no res- tringirla al simple aspecto f ísico. La ca- suística y el inmediatismo han iluminado nuestra legislación en materia penal y la planificación relacionada con la seguri- dad. Parece que lo importante es produ- cir “sensación de seguridad”, para lo cual se adoptan medidas efectistas, pero in- capaces de dar verdadera solución a una problemática cada día más compleja. Se habla de política criminal para


referirse a los temas relacionados con el código penal, como el procedimiento penal y el sistema penitenciario. Esto, con el fin de considerar satisfecha la necesidad de estructurar una estrategia “anti delincuencial”.


De esta manera a lo más que hemos


llegado es a constituir un Consejo de Se- guridad Nacional que trata únicamente temas relacionados con la criminalidad en sus diversas formas y con la manera de combatirla, pero no hemos logrado construir una verdadera Política de Se- guridad Integral. En este proceso se ha olvidado el de-


sarrollo y formación de las nuevas gene- raciones, el freno a la delincuencia des- de su inicio, educando a las personas en la práctica de valores y generando opor- tunidades con una buena capacitación y un buen empleo a futuro. Cuando lo- gremos esto, comenzaremos realmente a combatir a la delincuencia en sus dos frentes más importantes: las conductas delictivas existentes y la prevención a las malas conductas de la formación en la etapa estudiantil. Educar, instruir, estimular y dirigir


servirá para que la comunidad realice un ejercicio responsable y ordenado de la libertad, que se manifieste en mayor respeto a la seguridad, al orden, a la moral pública, a las libertades, a los de- rechos fundamentales de los demás y al principio de autoridad.


POLITÍCA DE SEGURIDAD El orden público, así considerado, no puede ser entonces un objetivo, sino el resultado de una buena, efectiva y real acción del Estado, que sólo se puede conseguir estructurando una verdadera política de seguridad integral. El sentimiento de inseguridad no


siempre tiene bases en una situación real, pero arraigado en la comunidad se convierte en factor de angustia dif ícil de erradicar. Son frecuentes las ocasiones


Foto: © Lim Seng Kui | Dreamstime.com


Page 1  |  Page 2  |  Page 3  |  Page 4  |  Page 5  |  Page 6  |  Page 7  |  Page 8  |  Page 9  |  Page 10  |  Page 11  |  Page 12  |  Page 13  |  Page 14  |  Page 15  |  Page 16  |  Page 17  |  Page 18  |  Page 19  |  Page 20  |  Page 21  |  Page 22  |  Page 23  |  Page 24  |  Page 25  |  Page 26  |  Page 27  |  Page 28  |  Page 29  |  Page 30  |  Page 31  |  Page 32  |  Page 33  |  Page 34  |  Page 35  |  Page 36  |  Page 37  |  Page 38  |  Page 39  |  Page 40  |  Page 41  |  Page 42  |  Page 43  |  Page 44  |  Page 45  |  Page 46  |  Page 47  |  Page 48  |  Page 49  |  Page 50  |  Page 51  |  Page 52  |  Page 53  |  Page 54  |  Page 55  |  Page 56  |  Page 57  |  Page 58  |  Page 59  |  Page 60  |  Page 61  |  Page 62  |  Page 63  |  Page 64  |  Page 65  |  Page 66  |  Page 67  |  Page 68  |  Page 69  |  Page 70  |  Page 71  |  Page 72  |  Page 73  |  Page 74  |  Page 75  |  Page 76  |  Page 77  |  Page 78  |  Page 79  |  Page 80  |  Page 81  |  Page 82  |  Page 83  |  Page 84  |  Page 85  |  Page 86  |  Page 87  |  Page 88  |  Page 89  |  Page 90  |  Page 91  |  Page 92  |  Page 93  |  Page 94  |  Page 95  |  Page 96  |  Page 97  |  Page 98  |  Page 99  |  Page 100  |  Page 101  |  Page 102  |  Page 103  |  Page 104  |  Page 105  |  Page 106  |  Page 107  |  Page 108  |  Page 109  |  Page 110  |  Page 111  |  Page 112  |  Page 113  |  Page 114  |  Page 115  |  Page 116  |  Page 117  |  Page 118  |  Page 119  |  Page 120  |  Page 121  |  Page 122  |  Page 123  |  Page 124  |  Page 125  |  Page 126  |  Page 127  |  Page 128  |  Page 129  |  Page 130  |  Page 131  |  Page 132  |  Page 133  |  Page 134  |  Page 135  |  Page 136  |  Page 137  |  Page 138  |  Page 139  |  Page 140  |  Page 141  |  Page 142  |  Page 143  |  Page 144  |  Page 145  |  Page 146  |  Page 147  |  Page 148  |  Page 149  |  Page 150  |  Page 151  |  Page 152  |  Page 153  |  Page 154  |  Page 155  |  Page 156  |  Page 157  |  Page 158  |  Page 159  |  Page 160  |  Page 161  |  Page 162  |  Page 163  |  Page 164