cuerpos y mentes
Así como el género femenino comete ciertos desmanes en su cuidado personal,
Seis deslices masculinos
los hombres a veces pueden incurrir en pequeños delitos estéticos, algunos más sensibles que otros. He aquí los más comunes, con sus soluciones
Por Magaly Rodriguez
Descuidar manos y pies. Si bien es pre-
visible que un hombre no acicale estas zonas con tanta dedicación como una mujer, no deja de ser necesario arreglarlas. Conservar las uñas cortas y bien limpias debe ser una tarea continua. Las uñas nunca deben cor- tarse al punto de sentir dolor, y si tienden a encajarse, es preferible delegar su cuidado regular en un quiropedista. En el caso de los hombres que realizan ejercicio físico, es indispensable velar por la buena salud de la piel de los pies: secarlos muy bien después de bañarse –sobre todo entre los dedos– y aplicarles polvos antisépticos, usar medias frescas, cambiar continuamente de calzado y estar atento a cualquier cambio de aspec- to en piel y uñas son las medidas de rigor para prevenir una infección por hongos. Si esto llegara a ocurrir, la aplicación de sprays o lociones fungicidas debe ser consistente para un tratamiento efectivo.
Abusar de la colonia. Lo que debería
ser un aliciente para agradar a otros puede convertirse también en un mecanismo de alejamiento; el exceso de perfume tien- de a resultar incómodo e incluso ofensivo cuando invade el espacio de los demás. Un buen consejo es aplicarlo sólo en puntos de
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pulso como la parte interior de las muñe- cas o el cuello. Otra opción es rociarlo al aire y luego atravesar esa bruma. Pedir una segunda opinión sobre la cantidad emplea- da también ayuda a tener presente hasta qué grado usarlo.
Excederse con los productos para el
cabello. Es cierto: varios de los estilos de moda imponen el uso de productos mode- ladores para obtener un mejor resultado. Sin embargo, es importante tener presente que aplicar mucho no siempre es lo mejor: empezar con una cantidad mínima es lo propio para que el cabello no se vea instan- táneamente pegostoso u oleoso. Si bien el gel es una solución apta para muchos, las espumas y las pomadas modeladoras son otras opciones que merecen ser considera- das según el tipo de cabello.
No exfoliar ni hidratar el rostro. Exfo-
liarse suena a cuidado netamente feme- nino, pero en realidad es un recurso casi mágico cuando se trata de prevenir vellos encajados, irritaciones y cortaduras asocia- das con el rasurado facial. Por otra parte, si bien la piel masculina tiende a ser natural- mente más grasosa que la femenina, nunca sobra el uso de una crema hidratante ligera,
| Especial Día del Padre | Junio 2010
ya que el rasurado y el baño de todos modos despojan la piel de su humedad natural.
Usar jabón común para afeitarse. Así
como una mujer nunca debería rasurarse las piernas con la mera ayuda de un jabón de tocador, el rostro de un hombre tampo- co debería pasar por este estrago, pues el jabón corriente reseca la piel y no la pro- tege adecuadamente del paso de la hojilla; en contraste, los geles y espumas para afei- tar contienen ingredientes suavizantes que reducen la agresión. También es vital reno- var con frecuencia las hojillas de las máqui- nas, ya que una cuchilla oxidada o mella- da se traduce en un rasurado accidentado y desigual. Por otra parte, una afeitada en seco está contraindicada, pues el resultado pocas veces tiende a ser favorable y redunda en irritaciones y pequeñas heridas. No protegerse del sol. Si bien la piel
masculina es más gruesa que la femenina, ello no significa que un hombre esté exento de los riesgos asociados a una indiscrimina- da exposición al sol. El uso de un buen pro- tector solar –bien en la playa, en la ciudad o en trabajos al aire libre– es igualmente necesario para amortiguar la acción de los rayos ultravioleta.
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