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UN DISCURSO EN LENGUAJE CUANTITATIVO
UN DISCURSO EN LENGUAJE CUANTITATIVO
Ante un discurso, ¿metodología para interpretarlo mejor? POR CARLOS PÁEZ
l pasado mes de septiembre del 2011 fue presentada en la revista Este País de México un método o herramienta de análisis cuantitati- vo del discurso político, su validez y consistencia estadística1
. No entra-
remos en tecnicismos sino en una breve explicación del método, y su aplicación en 3 discursos concre-
tos, a efecto de poner a consideración de los lectores de Campaigns & Elections una manera distinta de escuchar y discernir el discurso. Cito al gran Ewdard Demings quien decía: si lo haces, mídelo, si lo mides, con- trólalo y si lo controlas, mejóralo. La justificación de la herra-
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mienta reside en que, hasta hoy, el análisis del discurso es 99% cualitativo. Es decir, que nece- sariamente fue filtrado por el sistema de creencias del espe- cialista, lo que psicológicamente es una forma de interpretación, más que de evaluación. Creemos que los líderes de opinión y la opinión pública requieren datos duros respecto a la calidad de la interacción política de sus servi- dores. El discurso es una de las formas más comunes de interac- ción política de carácter público. Cuando pensamos en los
la exponen de manera simplificada; hay quien la condensa y limita para exponernos solo su visión; otros no hablan más que de su sentir. En algunos casos, la lógica combinada con la creati- vidad y la astucia del orador nos conduce a esce- narios convincentes y ofrece un discurso inteli- gente o provocador. Muchos juegan a despertar emociones, sobre
UNA DEFINICIÓN DEL DISCURSO POLÍTICO
COMPETENTE SERÍA: EL QUE
PERMITE INFLUIR Y MOVILIZAR A DIVERSOS Y
NUEVOS PÚBLICOS PARA CONSEGUIR METAS, LIBRAR
RETOS E IMPULSAR PROYECTOS POLÍTICOS.
discursos políticos partidistas muchos tienen (tenemos) la im- presión de que ya hay una cierta tipología: unos pa- recen narración de anécdotas; otros pierden el enfo- que, pues abarcan muchos temas y confunden; otros más son evidentemente manipuladores al distorsio- nar la realidad evidente (basta escuchar el discurso de Gadafi al inicio de las revueltas en Túnez). Algunos utilizan metáforas y frases retóricas, mientras que otros interpretan la información y
todo la agresividad de baja intensidad o “capaci- dad de mando”para lograr persuadir a un público bombardeado de información y escéptico (infoxicado) y muchas veces ávido de que esa persona sí signifique una forma de cambio. Algunos políticos buscan
atraer adeptos a sus ideas o pro- yectos alimentando el miedo. Otros saturan de información pero no la utilizan para reforzar su objetivo. Ciertos poderosos cuentan con personal que selec- ciona el contenido de su discurso y calculan minuciosamente el momento ideal para emitirlo. Del mismo modo, todos tene-
mos en mente discursos históri- cos que han cambiado el rumbo de países, culturas, creencias y comportamientos. Discursos que casi han hipnotizado a la mayoría de sus escuchas produ- ciendo grandes movilizaciones y cambios sociales (buenos, re- gulares y malos). Tenemos que admitirlo: exis-
te el discurso inteligente, oportuno e influyente y el que no lo es. No desde una visión binaria, sino en un grado que nos permita separar sus fortalezas de sus debilidades y sus amenazas de sus oportunida- des. Una definición del discurso político competen- te sería: El que permite influir y movilizar a diversos y nuevos públicos para conseguir metas, librar retos e impulsar proyectos políticos.
1.
http://estepais.com/site/?p=35099
Marzo · Abril 2012
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