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CAMPAÑAS POLÍTICAS EN LA CRISIS DEL PERIODISMO
agentes exteriores, etc- se pasó durante al menos un par de días a otra vía discursiva que no tenía que ver con planes políticos y sí con los valores del candidato. En concreto, con su honorabilidad, virtud que entra de lleno en las tres preguntas con las que Karl Rove resumió las expectativas que plantean los votantes a la hora de ele- gir opción política:
-¿ES UN LÍDER FUERTE? -¿PUEDO FIARME DE ÉL? -¿SE PREOCUPA DE LA GENTE COMO YO? La introducción de esa duda sobre la figura de Mas,
respondida con contundencia por el presidente en fun- ciones de la Generalitat al anunciar una querella, pone de relieve un aspecto fundamental en la aspiración de la labor periodística: su capacidad para reconducir de- bates hacia aspectos al menos tan significativos como los que el mensaje político quiere hacer trasladar. Con cotidianeidad, hemos asistido a procesos electorales en los que el candidato se parapeta tras el propio proceso para rechazar las cuestiones sobre su gestión. Ese carác- ter plebiscitario es una de las disfunciones políticas que desde los medios tratan de desmontar pues, en definiti- va, suponen una praxis abusiva del poder político.
EL CENTRO DE INVESTIGACIONES SOCIOLÓGICAS LLEVA SITUANDO A LA CLASE POLÍTICA COMO
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TERCER PROBLEMA DEL PAÍS DESDE QUE INICIARA LA CRISIS, UNA TENDENCIA DEMOLEDORA EN CUANTO ATAÑE A LA CALIDAD DEMOCRÁTICA DEL PAÍS.
Por otro lado, sería ridículo obviar el objetivo ins-
trumental que los medios tradicionales pretenden con su labor. La red de intereses que envuelve a las actua- les empresas informativas ha sido y es habitual objeto de disputa entre periodistas y corporaciones y descarta una valoración inocente del medio como agente neutro sin intereses en lo que juzga. Además, la debilidad eco- nómica de los medios ha mermado gravemente su inde- pendencia, dejándolos expuestos a influencias de esos poderes fácticos que debería fiscalizar en tanto que la capacidad para lograr información propia -el verdadero valor y el más caro de un medio- se ve reducida por los problemas económicos. Al hilo de esto cabe señalar el significativo incidente entre las dos principales cabeceras de prensa escrita en Cataluña por el comportamiento de una de ellas respecto a la candidatura de CIU. O el caso del periódico gallego que entre sus páginas incorporaba la papeleta de uno de los candidatos a los comicios. No obstante, esta situación tampoco debería dar carta blan- ca para calificar, de entrada, la publicación de determina- da información en un medio de comunicación concreto como interesada o al servicio de unos intereses espurios.
Enero - Febrero 2013
ARTUR MAS Fuente: Convergència Democràtica de Catalunya http:/
/commons.
wikimedia.org
El desgaste en esta habitual batalla se ve reflejado en las encuestas de opinión. El Centro de Investigacio- nes Sociológicas lleva situando a la clase política como tercer problema del país desde que iniciara la crisis, una tendencia demoledora en cuanto atañe a la calidad de- mocrática del país. El periodismo, por su parte, según estudios del mismo centro, ocupa una de las peores posiciones en cuanto a cómo valoran los españoles di- versas profesiones. Se sitúa sólo por encima de militar y por debajo de abogado. La clasificación tiene poco de frí- vola pues afecta al valor principal de la credibilidad. Con este telón de fondo, ¿puede fiarse la ciudadanía de un sistema político en el que dos de sus elementos básicos de sostenimiento son rechazados? Dicho de otro modo, ¿durante cuánto tiempo es sostenible un sistema políti- co en el que sus principales pilares son cuestionados si no directamente rechazados por los ciudadanos? Ante esta realidad, desde las campañas se han ex-
plorado otros ámbitos de influencia, buscando caminos alternativos para llegar a los ciudadanos para lo cual se ha explotado la viralidad de algunas iniciativas en re- des sociales. Es conocido el encuentro que con motivo de la campaña catalana de finales de 2010 mantuvo el candidato de CIU, Artur Mas, con una representación de bloggers políticos de su comunidad. El guiño a sectores satélites de los medios pretende tanto animar a estos con la creación de eventos y noticias como cubrir un es- pectro cada vez más importantes pero hay dudas del al-
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