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[¿MÁS INTERROGANTES QUE CERTEZAS?


independentismo y el statu quo. Sin embargo, conforme avanzaron los meses de septiembre, octubre y noviem- bre, se puso de manifiesto que las relaciones entre el so- cialismo catalán y el socialismo español no atravesaban por su mejor momento. Un ejemplo, aunque no el único, se percibió en el abandono del partido por parte de Er- nest Maragall. Más graves fueron las discrepancias entre Alfredo


MARIANO RAJOY Fuente: Flickr de Mariano Rajoy Brey


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cialmente tras 1999, parecía la única capacitada para poner fin a la hegemonía de CIU. Sus excesivos guiños al nacionalismo han provocado que buena parte de sus votantes haya optado por irse a otras formaciones, prin- cipalmente a Ciudadanos y en menor grado al PPC. El 25 de noviembre obtuvo 20 diputados frente a los


42 logrados en 2003, 37 en 2006 o 28 en 2010. Pese a ello, las encuestas más negativas le auguraban 16, lo que hizo que en última instancia, tanto Pere Navarro (su can- didato a la Generalitat) como Alfredo Pérez Rubalcaba (Secretario General del PSOE), aprobaran los resultados. Sin embargo, esta benevolencia en ningún caso puede ocultar la desafección que hacia el socialismo se viene produciendo en Cataluña, producto entre otras razones, de que ha aceptado como propios algunos mantras na- cionalistas, como el del “maltrato de España a Cataluña”. Durante esta campaña el PSC optó por una suerte


de tercera vía en lo que a la “cuestión nacional” hacía referencia. Por un lado, rechazó la independencia de CIU pero por otro, arremetió contra el PPC, uniéndose así desde un prisma estrictamente argumental, a quienes sostenían que la formación de Mariano Rajoy busca es- pañolizar Cataluña. Consecuentemente, la estrategia de Navarro se centró en reducir la cita electoral a un en- frentamiento de banderas: la catalana (senyera) CIU vs la española, PPC. El federalismo fue la forma de organización política que defendió el PSC, una suerte de tercera vía entre el


Enero - Febrero 2013


Pérez Rubalcaba y Pere Navarro acerca de la introduc- ción del “derecho a decidir” en el manifiesto electoral, aunque el empleo de un lenguaje escasamente belige- rante por ambos, evitó que la polémica se convirtiera en choque, pero no que se eliminara. Al contrario que sus principales rivales (CIU, ERC y PPC) que en todo momen- to mostraron unidad alrededor de un mensaje, los socia- listas dieron muestras de notables diferencias internas. El PPC, pese a sólo subir un escaño con respecto a 2010 pasando de 18 a 19, tenía motivos para estar sa- tisfecho por los resultados pues eran los mejores de sus historia en unas autonómicas catalanas pero no debe- rían hacerles caer en el triunfalismo. En efecto, su candi- data, Alicia Sánchez Camacho, ha logrado que las medi- das impopulares en materia económica llevadas a cabo por su partido en Madrid no se dejaran sentir el 25 de noviembre. Sin embargo, haber realizado pactos con los convergentes durante los años previos, jugó en su contra a la hora de capitalizar los votos perdidos por PSC y CIU. Ciudadanos de Cataluña, formación creada hace


sólo 6 años, obtuvo los mejores resultados de su breve trayectoria con 9 diputados. Mensaje claro y directo ba- sado en denunciar los excesos cometidos por el nacio- nalismo (por ejemplo, en el tema lingüístico) que han dado lugar a una “Cataluña oficial” que nada tiene que ver con la “Cataluña real”. Esta última presenta una serie de problemas (paro, educación, sanidad) que no se sol- ventan apelando a soluciones identitarias como sostie- nen CIU o ERC. Su líder, Albert Rivera, viene practicando un lenguaje contundente, que rechaza la ambigüedad y que huye de lo políticamente correcto. Su defensa de la Constitución y de la unidad de España, unido a que sus principales figuras proceden del mundo académico, cultural o periodístico, otorga a Ciudadanos un plus de credibilidad y legitimidad muy valorado en el resto de España, pese a ser un partido implantado únicamente en Cataluña.


ESCENARIOS DE FUTURO La ausencia de mayoría absoluta por parte de CIU implicó que tuviera que buscar un socio minoritario de cara a la formación de un “Gobierno bipartito”. Como el objetivo era el establecimiento de un ejecutivo de marcado signo soberanista, ERC fue la elegida. Sin embargo, la forma- ción Oriol Junqueras lo rechazó, aunque prometió apo- yos puntuales a Artur Mas, al que a su vez recordó que debería llevar a cabo la consulta sobre la independencia durante esta legislatura (“olvidando” nuevamente que tal referendo no está permitido por las leyes españolas). Por tanto, Artur Mas tiene ante sí una única opción:


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