Conviértete en el Político SPS
saber qué decir, cómo decirlo y por qué lo cuentas de esa manera, obligatorio. Lo más importante del candidato SPS es la con-
cordancia entre realidad y percepción: la ciudadanía debe percibir al político como una persona que es, que parece y que sabe, y al mismo tiempo la reali- dad, que viene a continuación, no debe desmentir dicha percepción. A Obama le percibieron como un líder creíble, sólido y convencido de lo que hacía. La realidad, tres años después, ha puesto en solfa su cre- dibilidad (a pesar del repunte por los recientes éxitos de su política exterior) porque muchos de los hechos no casaban con sus palabras. Y esto es lo esencial, lo decisivo, donde se juega el voto. ¿Qué sucede cuando nada de lo explicado acon-
tece en un candidato serio? Asistimos entonces a los escenarios de representación figurada marcados por la impostura y no por la honestidad. Podemos observar a quienes no se muestran sinceros en sus mensajes ni naturales en sus gestos. El político anti SPS es aquel que articula un discurso encorsetado, lleno de lugares comunes, que no ilusiona, que no mueve ni moviliza, un discurso para conservar su posición y no para que le acompañen en sus ideas. La credibilidad de un político reside, más que en su contundencia argumental y en su persuasión emo- tiva, en la consistencia de su honestidad moral. Esto es evidente en el contexto actual. Porque sin fondo, sin sustancia, sin mensaje
a transmitir, el discurso queda sujeto a la forma, el envoltorio de la nada -“la Tierra no pertenece a na- die, salvo al viento” (José Luis Rodríguez Zapatero, Presidente del Gobierno de España, Copenhague, 17 de diciembre de 2009)-. Sin fondo no hay credibili- dad política. Sin valores, sin principios, tampoco hay Política, con mayúsculas. Cuando no alumbramos (sinceridad y conocimiento) a la contraparte sino que solo intentamos deslumbrarla (flash retórico, recordemos), al final el espacio de comunicación se convierte en zona de penumbra (nula credibilidad). En política, mejorar la imagen ante la opinión pú-
blica pasa no sólo por ser un buen líder, sino también por parecerlo. Lo primero es gestión, lo segundo, co- municación. No basta con demostrar la superioridad moral a partir de unas ideas. Hay que rematarlas con la superioridad oral de un discurso creíble. La diferencia (la clave) está en la M: Mensaje, Mensaje, Mensaje.
Barack Obama
Podemos observar a quienes no se muestran sinceros en sus mensajes ni naturales en sus gestos. El político anti SPS es aquel que articula un discurso encorsetado, lleno de lugares comunes, que no ilusiona, que no mueve ni moviliza, un discurso para conservar su posición y no para que le acompañen en sus ideas.
Fran Carrillo, asesor de comunicación política y pú- blica. Entrenador de oratoria persuasiva y discurso poderoso. Socio Director de La Fábrica de Discursos (
www.lafabricadediscursos.com).
Septiembre 2011 Campaigns&Elections 37
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