Campañas Negativas, Negras y Guerra Sucia
Campañas negativas, negras y guerra sucia Apuntes y distinciones
Por: Víctor Beltri
“Hemos sido víctimas de la guerra sucia…” “Se ha orquestado una cam- paña negra en nuestra contra…” “Deben quedar prohibidas, por ley, las campañas negativas”. Es cada vez más frecuente escuchar cómo, tanto los medios de comunicación como los propios actores políticos y, pau- latinamente, la ciudadanía a través de las redes sociales, utilizan de manera indiscriminada términos que, en realidad, son completamente diferentes.
negras, campañas negativas, y guerra sucia, no hacen referencia a las mismas prácticas. De hecho, al confun- dirlas, puede ponerse en riesgo una de las característi- cas fundamentales de la democracia: el debate. Guerra sucia es un término extremadamente deli-
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cado, y que ha sido utilizado de manera irresponsable por algunos grupos, presumiblemente malintenciona- dos. La guerra sucia es aquella situación en la que inter-
El concepto de la violencia física y aniquilación del adversario está íntimamente ligado a la guerra sucia. Si se utiliza el término de manera intencionalmente equívoca, para generar una reacción de repudio popular, el resultado será contraproducente para el manipulador mismo...
22 Campaigns&Elections Septiembre 2011
s pertinente, justo ahora que comien- zan a calentarse motores de cara a los grandes procesos electorales del 2012, volver al significado verdadero de cada uno de estos conceptos. Campañas
viene el Estado en contra de los particulares de mane- ra ilegal e ilegítima, con castigos corporales, tortura o incluso la desaparición de personas. Esta intervención tiene lugar de forma indiscriminada, y se ejerce en con- tra de quienes considera sus enemigos, se hayan o no manifestado como tales. El caso paradigmático de una guerra sucia es el sucedido en Argentina a finales de los años setenta y principios de los ochenta: en virtud de la guerra sucia, más de diez mil personas desapare- cieron, y casos similares se han presentado, en diferen- te medida, a lo largo del continente. El término ha sido usado, en fechas recientes, por
actores políticos alegando el uso indiscriminado de los recursos del Estado en su contra. Es importante hacer una distinción imprescindible. Si el Estado ha utiliza- do recursos financieros, humanos o incluso del orden jurídico para influir en el resultado de una elección, es posible hablar de procesos viciados o injustos, pero no de guerra sucia. No a menos de que haya existido el uso de la fuerza, la violación persistente a los derechos humanos, la falta de respeto por la vida. El concepto de la violencia física y aniquilación del adversario está íntimamente ligado a la guerra sucia. Si se utiliza el término de manera intencionalmente equívoca, para generar una reacción de repudio popular, el resultado será contraproducente para el manipulador mismo, al hacer más complicada la definición del tipo para posi- bles procesos penales por delitos electorales.
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