El caso del 15M en España
es nuestro deber culpar la segunda opción y hacer una reflexión sobre las oportunidades que nuestra organización está ofreciendo. ¿Les buscamos y reclu- tamos activamente o pasivamente? ¿Les ofrecemos formación? ¿Reconocemos y desarrollamos líderes? Y cuando los tengamos, ¿les damos la autonomía de desarrollar actividades en su área de responsabilidad y la oportunidad de participar en la toma de decisio- nes importantes?
los partidos políticos deberían hacer el esfuerzo para contar con la participación ciudadano en todas sus actividades: son los ciudadanos que votan. Tam- bién porque los partidos políticos no son sexy sino los candidatos y causas, entonces, lo que queda es contactar con los votantes y escucharles porque en principio un partido político es un colectivo de ciu- dadanos con intereses y valores en común y una vi- sión compartida de cómo quieren gobernar. ¿Si un partido político no viene de un impulso ciudadano, para qué existe? Hay una oportunidad importante para los par-
Hay una oportunidad importante para los partidos que deciden escuchar esta llamada y hacer cambios para abrirse a una participación de verdad.
Casi todos queremos formar parte de algo más
grande que nosotros mismos, pero también busca- mos autonomía en el trabajo que aportamos a orga- nizaciones como voluntarios. Queremos participar plenamente y no solamente en nombre. Está claro que colaborar con voluntarios se supone un trabajo más confuso para las organizaciones de todos tipos. Una directora de captación de fondos de una ONG en Madrid me comentó felizmente que no necesitaban voluntarios ni una junta directiva porque recibieron sus fondos de otras fundaciones. Operar una ONG u organización política sin participación ciudadana es operarla sin corazón, y sin corazón no cambiamos el mundo, nunca. Hay otra razón mucho menos idealista porque
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tidos que deciden escuchar esta llamada y hacer cambios para abrirse a una participación de verdad. Claro que es algo difícil porque los partidos Españo- les tienen mucho poder pero en ceder un poco de poder a sus bases de votantes, ganaran mucho más que de no hacerlo. Además, en este sentido es clave porque estamos hablando de la lucha por el favor de una generación de españoles—una que es más edu- cada y más cosmopolita y más conectada que nunca y nos ha mostrado que está despierta. No tiene mu- cho que ver con sus padres y no podemos dar por hecho que van a votar al partido de sus padres. Las derrotas presentan grandes oportunidades para los partidos de volver a sus bases—las grassroots—para reconectar y escuchar. Algo aun más importante para los partidos de la izquierda que dependen más de la participación del voto de su base. Quizás los dos partidos grandes de España—el
PP y el PSOE—hayan disfrutado una convivencia en el interés de estabilidad pero al coste de no tener que hacer el esfuerzo de movilizar voluntarios, y es muy probable que este momento de protestas en la calles pase y todo seguirá igual. Partidos fuertes, ce- rrados y rígidos no es solamente la norma en España sino en Europa también. Hay un interés infinito que existe sobre la cam-
paña de 2008 de Barack Obama, pero la “magia” de esta campaña es entendida como su campaña on- line y en las redes sociales. Y a pesar de que el uso de la nueva tecnología en la campaña de Obama fue novedosa, la verdadera magia fue el mismo candida- to y parte de su magia fue su imagen como el líder de, más que una campaña, un movimiento social. En- tonces, lo que tocaba cada aspecto de la campaña y realmente formaba su fundación fue el desarrollo de un ejército de activistas. En España, todos los parti-
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