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a modestas acciones de política social focalizada. A aquella operación, el ingenio popular le llamó la letra chica, porque el contrato que implica acceder a los anuncios presidenciales exige unos requisitos tan difíciles, que sumando y restando, dejan habi- tualmente más descontentos que beneficiados. 4.- La ineptitud: Todos los gobiernos tienen pro-
blemas de instalación. Y particularmente éste que partió teniendo que asumir la reconstrucción de par- te del país después del duro terremoto del 27 de febre- ro de 2010. Sin embargo, los errores más visibles de conducción y efecto público de esta administración, han ocurrido en los meses recientes, siendo la gestión del conflicto regional de Aysén (Patagonia chilena) el punto más alto de la incompetencia. La falta de un enfoque para tratar los conflictos sectoriales y regio- nales, es una característica de este gobierno que ha dejado muchas víctimas por el camino. La Concertación tuvo un estilo “negociador
“para tratar las movilizaciones sociales. Ese era un enfoque doctrinariamente coherente con el con- glomerado y al respecto no había dos opiniones. Pero, en el caso del actual gobierno, la tensión entre la dureza extrema inicial y las amplias concesiones posteriores conviven en una mixtura incomprensi- ble para la gente. El padrón de conducta es inconce- bible: primero una dura represión policial seguida de una drástica descalificación del movimiento y sus motivos, que es replicada por una amplia soli- daridad nacional a la causa local que obligada a un dialogo de la autoridad con los actores sociales en los términos impuestos por estos últimos.
EL JUICIO DE LAS ENCUESTAS Como bien se sabe, los muestreos de opinión públi- ca son el reflejo de las percepciones ciudadanas de un momento específico y, por ende, sus resultados pueden ser modificables en dependencia de la ac- ción que generen el o los universos encuestados. Esto es particularmente aplicable para un gobier- no, que en el desarrollo de su gestión puede gene- rar dinámicas que permitan revertir una situación adversa. Así ocurrió con el gobierno de Michelle Bachelet que, en un plazo de dos años, remontó resultados pocos auspiciosos para su gestión hasta llegar al 83 % con los que finalizó su mandato. Sin embargo, la realidad que enfrenta Piñera es
bastante diferente si se toman en consideración, a lo menos, dos factores que se han configurado en tendencia en las pasadas encuestas. Primero, el que se refiere a su capacidad para resol-
ver conflictos. Existe consenso entre los analistas que la actual Administración ha demostrado total inepti- tud e ineficacia en la detección, prevención y solución de conflictos. Y la imagen de un gobierno que no re- suelve problemas es desbastador para el juicio público. Segundo, el alto nivel de rechazo que registra la figura del Presidente, transforma en improbable
¿PERDONARÁN LOS CHILENOS A PIÑERA?
la tarea de revertir dicho resultado. Porque es muy distinto hacer esfuerzos para aumentar el apoyo o la adhesión a un personaje, que reducir la antipatía que éste registre en las preferencias ciudadanas. Especialmente, porque es altamente complejo des- cubrir las variadas razones por las que los encues- tados reprueban a un líder. Y este será, hasta el fin de su mandato, el gran problema que deberán en- frentar los asesores de Piñera.
LO QUE VIENE ¿Y qué viene ahora? Por lo que vimos en la Cuenta Pública Anual del Pre-sidente presentada el pasa- do 21 de mayo, ahora veremos un despliegue de la humildad y subsidios monetarios. Ambas acciones se hacen cargo de problemas reales, tanto del Presi- dente como de las políticas públicas. En relación al Presidente, es evidente que
una capacidad de reconocer errores lo pone en otra órbita respecto del gobierno refundacional que intentó instalar. Y los subsidios monetarios (“bonos” en lenguaje local) son un reconocimien- to de la muy desigual distribución del progreso del país y de un intento por dotar de sensibili- dad a las políticas públicas, plagiando acciones exitosas del gobierno Bachelet (en un contexto económico distinto) y con obvias finalidades electorales que - en una lógica de la dinámica de- mocrática - a menos que no sean financieramen- te sustentables, son irreprochables. ¿Qué pasará con la adhesión pública al Presi-
dente? Los efectos pueden ser moderadamente po- sitivos, porque el Gobierno y el Presidente no pue- den caer más bajo en popularidad. Sin embargo, el tamaño del repunte dependerá de su eficiencia para cumplir las promesas empíricas de la consis- tencia del discurso humilde (cuestión entre difícil e imposible) y del manejo adecuado de las deman- das que expresa la movilización social. Los nuevos ataques a la ex Presidenta, después de la tregua del 21 de mayo, reavivan los fantasmas sobre la difícil personalidad del mandatario y su incapacidad de seguir pautas razonables. Pero si el gobierno hace bien su tarea, se ajus-
ta al nuevo guión, si supera exitosamente el desa- fío de las elecciones municipales (episodio en que se prevé resultará favorecido por la división de la oposición), la próxima elección presidencial será, con toda seguridad, tan disputada como las tres últimas. Sino, este gobierno será un paréntesis en nuestra historia donde sólo quedarán para el re- cuerdo un puñado de chistosas anécdotas, errores comunicacionales y decisiones fallidas, a las que los chilenos han denominado las “Piñericosas”.
Ricardo Solari Consultor y analista político.
“ES EVIDEN- TE QUE UNA CAPACIDAD DE RECONO- CER ERRORES LO PONE EN OTRA ÓRBITA RESPECTO DEL GOBIERNO RE- FUNDACIONAL QUE INTENTÓ INSTALAR. Y LOS SUBSIDIOS MONETARIOS SON UN RECO- NOCIMIENTO DE LA MUY DESIGUAL DISTRIBUCIÓN DEL PROGRESO DEL PAÍS”
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