ARTÍCULO
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NO ES POSIBLE NO TENER DECISIÓN Una de las características distintivas de los seres humanos es la capacidad de to- mar decisiones en los diferentes aspectos y esferas de su vida. De esta forma, por ejemplo, el individuo decide a qué hora se levanta de su cama, decide qué hacer al levantarse, dónde ir y en qué momento regresar. De igual forma, en la arena política, los ciudadanos deciden poner o no poner atención a los mensajes de los partidos y sus candidatos, deciden participar o no en el proceso electoral y deciden votar o no acudir a votar el día de los comicios electo- rales. Es decir, deciden cuál es su compor- tamiento en los procesos políticos o, inclu- so, pueden decidir no decidir. Sin embargo, lo que no pueden hacer los ciudadanos es no tener una decisión, ya que el mismo he- cho de no tomar una decisión es hacer una decisión. En este sentido, es imposible que un ciudadano no tenga decisión, ya que el de- cidirse por una opción política u otra, o no decidirse a favor ni en contra de alguien o algo, en sí mismo refleja una decisión. Es decir, no es posible no decidir, ya que la propia inactividad puede representar una decisión de desgano, una apatía o un des- interés. Ahora bien, en el ámbito político el individuo tiene sólo la ilusión de ser libre y decidir en libertad, pero en realidad sus decisiones están condicionadas por una serie de factores ya sean históricos, polí- ticos, económicos, ideológicos, sociales o culturales. Esto es, la libertad está siempre condicionada, por lo que no puede ser una libertad de decisión plena o total. En suma, los ciudadanos siempre
muestran una conducta respecto de los procesos electorales, como puede ser el in- volucrase y participar en ellos o no interve- nir y obtenerse de participar. Sin embargo, el no participar o el no decidir, representa de hecho una decisión del propio ciudada- no. Esto es: no es posible para el elector no tener decisión.
ES IMPOSIBLE QUE UN CIUDADANO NO TENGA DECISIÓN, ya que el decidirse por una opción política u otra, o no decidirse a favor ni en contra de alguien o algo, en sí mismo refleja una decisión. Es decir, no es posible no decidir, ya que la propia inactividad puede representar una decisión de desgano, una apatía o un desinterés.
¿EXISTEN LOS INDECISOS? Si no es posible no tener decisión, enton- ces los electores indecisos no existen. Por lo que los recursos que invierten y los es- fuerzos que realizan los partidos y sus can- didatos en tratar de persuadirlos y movili- zarlos a las urnas es dilapidado. Los llamados indecisos realmente
son electores reservados, cautelosos, dis- cretos, prudentes, cuidadosos y, sobre todo, desconfiados, quienes se reúsan a manifestar públicamente y, generalmen- te ante un desconocido (el encuestador), su opinión sobre su preferencia electoral. Es decir, como todo sistema democrático implica la secrecía del voto, entonces los denominados electores indecisos apelan a este derecho cuando manifiestan que “todavía no han decidido” o que “pueden cambiar su decisión” sobre la orientación de su voto. En este sentido, el instrumento tradi- cional de investigación demoscópica que se utiliza, como las encuestas sobre prefe- rencias electorales, es insuficiente para co- nocer la decisión o indecisión de lo elector,
Julio - Agosto 2013
ya que no permite saber a ciencia cierta so- bre el por qué se reúsan a dar una opinión o se reúsan a dar a conocer su preferencia. Sin embargo, como todo elector, el votante tienen una preferencia, una simpatía o an- tipatía política, una filia o fobia política y, sobre todo una decisión, que en este caso puede ser el salvaguardar, ante todo, la se- crecía de su voto. En todo caso, lo que se requiere inves-
tigar sobre los llamados electores indeci- sos es la causa que motiva su conducta o comportamiento (su discreción y descon- fianza), así como el porqué en una encues- ta sobre preferencias electorales manifies- tan que todavía no han decidido o no están seguros por quien van a votar. Al respecto, al menos se puede pensar en que hay graves errores conceptuales so- bre la tipología tradicional de los electores y, por lo tanto, también grandes errores en la identificación y consecuente cuantificación de los indecisos. En todo caso, lo que sí exis- ten, en todo proceso político electoral, son los electores que cambian o modifican su decisión sobre su preferencia electoral.
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