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Venezuela quiere vivir sin miedo


elector rural o el de ciudades menores. Pese a que el ofi cialismo pretende explicar su pug-


na política en términos de lucha de clases, y de pobres contra ricos, es cada vez más claro que la dicotomía real está entre habitantes urbanos y habitantes rurales. El presidente Chávez viene perdiendo a las ciu-


dades y concentrando sus fuerzas en las áreas menos urbanas del país. Por eso se ve obligado a trasladar cada vez más gente cuando desea celebrar manifes- taciones multitudinarias. Es lógico, por otra parte, que el ofi cialismo pierda a las ciudades, porque los procesos de afectos y desafectos políticos suelen ser bidireccionales y Hugo Chávez no quiere a la ciudad: el encendido verbo presidencial permanentemente privilegia lo rural sobre lo urbano, y en sus discursos suele evocar una suerte de nostalgia por el campo al tiempo que desvaloriza lo urbano y desprecia la ciudadanía. Sus valores son los del guerrero rural y no los del ciudadano.


titativamente, pero sí lo hacen en la tendencia gene- ral a la pérdida de popularidad1


. Así las cosas, y preparándose para la eventua-


lidad de llegar a ser minoría política (o la mayor de las minorías), el ofi cialismo promovió desde el par- lamento una reciente reforma a la Ley Orgánica de Procesos Electorales, la LOPE, con la que se mermó la representación proporcional de las minorías. Se esco- gieron 70% de los diputados de forma nominal, no- proporcional (uno o dos por circunscripción) y 30% proporcional, por listas del estado completo. Parale- lamente desde la institución electoral se transforma- ron las circunscripciones electorales, aplicando una cuidadosa manipulación de los circuitos electorales que favoreció a las zonas chavistas en desmedro de las opositoras. El gerrymandering2


aplicado privile-


gió al votante rural sobre el votante urbano: 30 mil electores del estado Apure pudieron escoger a un diputado, mientras que 100 mil caraqueños hicieron falta para escoger al suyo. A muchos circuitos les dio demasiado peso, más que el que poblacionalmente merecerían. Es así como las zonas rurales, con esca- sos votantes, podrían tener igual o más peso que cir- cunscripciones urbanas muy pobladas.


LA CAMPAÑA Y LOS ACTORES La nueva Ley Electoral, hecha a imagen y se-


De esta manera los estados en los que domina la


oposición han venido coincidiendo con la geografía más urbana del país, donde se dan las mayores den- sidades poblacionales. El mapa de simpatías políticas opositoras es un mapa que coincidiría con un mapa de densidad territorial, donde la región centro-nor- te-costera tiende a ser opositora. Esta brecha rural- urbana también hace, entre otras cosas, que las en- cuestadoras venezolanas que focalizan su muestreo en grandes ciudades se equivoquen con frecuencia. También puede inducir a errar a las encuestas de sa- lida (exit polls), que por conveniencia logística suelen aplicarse en los sectores más densamente poblados. Sin embargo, las más prestigiosas encuestadoras


de opinión pública locales, evidencian una merma constante, aunque no acelerada, en los afectos po- pulares por Hugo Chávez. No todas coinciden cuan-


mejanza del ofi cialismo, tuvo como subproducto no buscado forzar a los partidos de la oposición a traba- jar unidos, en la convicción de que sería suicida pre- sentarse como entidades individuales. De manera tal que al iniciarse la campaña se encontraban dos blo- ques políticos bien delimitados, una importantísima diferencia respecto a procesos anteriores. Por un lado el ofi cialista PSUV, y por el otro una variopinta alianza de partidos agrupados bajo el paraguas de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD por sus siglas). La MUD agrupa todas las tendencias ideológi-


cas de la política venezolana, desde partidos que se autodefi nen como marxistas hasta partidos de la centro-derecha ideológica. Tras una acertada con- ducción política, liderizada por Ramón Guillermo Aveledo, quien logró una obra de fi ligrana política, se llegó a un acuerdo de alianzas perfectas en todas las postulaciones, con preservación de la identidad partidista de cada quien. Así, para mediados de Mayo ya existían candidatos unitarios en casi todo el país (unos cuatro meses antes de la elección).


Noviembre 2010 Campaigns&Elections 16


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