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20 EN PORTADA / CONTROL DEL DOLOR Causas de dolor crónico


Desprendimiento de retina hipertensiva. 1


Antinflamatorios no esteroideos (AINE) Son sin lugar a dudas la piedra angular


del tratamiento del dolor crónico, tanto en perros como en gatos. La aparición de nuevos estudios sobre moléculas “antiguas” (p.e. meloxicam), así como la aparición de nuevas moléculas (p.e. robenacoxib), han abierto el horizonte del tratamiento con AINE en el paciente felino crónico. Mucho se ha escrito sobre los diferentes tipos de AINE (según su preferencia o razón COX1/ COX2). Sin embargo no existen estudios suficientemente profundos sobre la superio- ridad analgésica de uno sobre el otro. Los veterinarios debemos estar de enhorabuena pues hace tan sólo cinco años no contába- mos ni siquiera con uno de ellos. Es proba- ble además que haya pacientes que mejoren más con uno que con otro, como ya viene pasando en humana (p.e. ibuprofeno frente a naproxeno). El principal miedo del clínico al recetar de forma crónica un AINE son sus efectos secundarios. En el gato se reducen básicamente a dos: gastrointestinales y rena- les. Para evitarlos debemos tratar de recetar la dosis mínima efectiva, asegurarnos de que el paciente está totalmente hidratado y normotenso, y que come con regularidad.


El tramadol tiene una ventaja en el gato que no tiene en el perro: lo metaboliza mediante una


desmetilación hepática que le confiere al fármaco una duración más prolongada de la analgesia.


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Opiáceos en el dolor crónico Así como pasaba con los AINE, se ha


escrito mucho sobre los opiáceos. De forma muy resumida hablamos de opiá- ceos puros (agonistas µ puros) y agonis-


Quemadura extensa.


tas parciales. Recientemente ha ganado terreno el uso del tramadol, fármaco ago- nista puro, pero que por sus otras acciones no se suele clasificar dentro de este grupo. Son la segunda línea de acción contra


el dolor crónico y poseen un efecto sinér- gico con los AINE. Se utilizan ambos, de forma muy habitual, para reducir sus dosis sin perder efecto analgésico. Según la necesidad y el tipo de dolor elegire- mos unos u otros.


Infección necrosante. El fentanilo, en forma de parches, puede


tener un lugar en el tratamiento domicilia- rio del paciente felino con dolor crónico severo. Este agonista puro es casi la única opción de fácil administración en el gato. Para la aplicación de estos parches hay que depilar una zona bien irrigada y de difícil acceso para el paciente. Una vez depilada se limpia con alcohol o cetona para que se adhiera bien a la piel. Finalmente, el parche es escondido tras un vendaje que


La buprenorfina posee una vía de absorción transmucosal oral que la hace muy recomendable y fácil de administrar en el gato, casi tan efectiva como la vía intravenosa.


Los más utilizados como opiáceos sua-


ves son la buprenorfina y el tramadol, mientras que la morfina y los parches de fentanilo se reservan para dolores más severos o, incluso, terminales. La buprenorfina posee una vía de absor-


ción transmucosal vía oral que la hace muy recomendable y fácil de administrar en el gato. De hecho, los estudios de bio- disponibilidad demostraron que esta vía era, al menos, casi tan efectiva como la vía intravenosa. El tramadol además de ser un agonista


µ puro también posee actividad noradre- nérgica y serotoninérgica (al inhibir la recaptación de la serotonina y de la nore- pinefrina). En el gato tiene una ventaja que no tiene en el perro, y es que éste lo metaboliza mediante una desmetilación hepática, lo que produce un metabolito llamado O-desmetil-tramadol que también tiene efecto agonista µ y le confiere al fár- maco una duración más prolongada de la analgesia producida.


evita que el paciente pueda ingerirlo, ya que la ingestión masiva de fentanilo podría ser mortal dependiendo de la cantidad de fármaco contenido en él. Hay que tener en cuenta que la primera vez que se coloca un parche puede tardar más de 12 horas en hacer efecto y que éste durará de dos a tres días según el paciente y el nivel de analgesia necesitado.


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Inhibidores de los canales del calcio Básicamente cuando nombramos este


grupo de fármacos refiriéndonos a ellos como analgésicos hablamos de la gaba- pentina y la pregabalina. Estos medi- camentos son usados también como antiepilépticos al ser análogos estruc- turales del neurotransmisor inhibitorio conocido como GABA (ácido amino- butírico). Sin embargo, se cree que su acción como analgésicos viene dada por su capacidad como bloqueantes de los canales de alto voltaje del calcio pre- sinápticos. Así se reduce la liberación


Causas de dolor crónico


presináptica de neurotransmisores y la excitabilidad posináptica. Se utilizan, básicamente, en la lucha contra el dolor neuropático. Sobre estos fármacos hay que decir


que el efecto secundario más habitual es la sedación (sobre todo en pacientes que reciben opiáceos) y que normalmente desaparece al bajar la dosis, añadiendo, curiosamente, que no suele volver a pre- sentarse aunque aumentemos la dosis si lo hacemos de forma progresiva. Final- mente, añadir que la retirada de estos medicamentos debe hacerse de forma escalonada para evitar efectos rebote.


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Fármacos antagonistas NMDA No forman un grupo uniforme de


medicamentos, sino más bien son fár- macos que fueron o son utilizados por otras acciones farmacológicas, pero que demostraron actividad al bloquear el receptor NMDA. A medida que el dolor se va volviendo crónico este receptor NMDA gana protagonismo. Algunos de los fár- macos más comúnmente utilizados para controlar el dolor vía receptor NMDA son la ketamina, la amantidina, el dextrome- torfano, el tramadol y la metadona. Los dos primeros son los más utilizados en medicina felina. o


Bibliografía 1. Website of the American Pain. The American Pain Foundation. [En línea] 1 de Mayo de 2012. www.pa- infoundation.org. 2. V, Ventafrida. Strategies in the use of analgesic drugs for cancer pain. Abstracts of the joint meeting of the European chapters of the International Association for the Study of Pain. Abano Terme 1983. 3. Torres L.M., Calderón E, Pernia A. et al. De la escalera al ascensor. Rev. Soc. Esp. Dolor 9: 289- 290, 2002.


Artrosis de rodilla y lumbosacra. 158


Discospondilosis severa.


Tumor renal y metástasis.


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