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Éxitos electorales y poder femenino


de mujeres ministras”, indica el reporte, que critica “la persistencia del bajo nivel de participación de la mu- jer en la fuerza laboral (47% del total de las mujeres en comparación con el 78% de los hombres)”. Entre los países de América Latina y el Caribe, Tri-


nidad y Tobago (21) y Cuba (24) son los dos con me- jores posiciones, seguidos por Costa Rica (28), Argen- tina (29), Nicaragua (30), Barbados (31), Bahamas (36), Guyana (38), Panamá (39), Ecuador (40), Jamaica (44), Chile (48), Honduras (54), Colombia (55), Uruguay (59), Perú (60), Venezuela (64) y Paraguay (69). Más alejados están República Dominicana (73), Bolivia (76), Brasil (85), El Salvador (90) y México (91). En el último lugar de los latinoamericanos está Guatemala (109), que sigue siendo el más atrasado de la región en ese aspecto. Estas cifras son coherentes con la escasa partici-


pación de las mujeres en las esferas del poder po- lítico. De acuerdo a cifras del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) el promedio regional de mujeres electas en ambas cámaras legislativas llega apenas al 20%. En las últimas elecciones parlamentarias rea- lizadas hasta mayo de 2009, el promedio regional de candidatas presentadas por partidos/alianzas a am- bas cámaras fue del 24%. La escasa apertura a la promoción de liderazgos


femeninos en los partidos políticos tiene un correlato en sus estructuras internas. Aunque son más del 50% de los afi liados en muchos partidos, cuanto más alto el cargo, más ausentes están: representan un 19% de sus comités ejecutivos y su presencia en presiden- cias/secretarías generales es aún menor: 16%. En el caso de las últimas elecciones parlamentarias en Chi- le en 2009, el balance es agridulce: si bien se pasó de dos a cinco senadoras de un total de 38, las diputadas descendieron de 18 a 17 de un total de 120. De acuerdo a datos compilados por el BID y el


Instituto Internacional para la Democracia y la Asis- tencia Electoral (IDEA Internacional), en 2009 las mujeres representaban sólo el 11,5% del partido de los jefes de bancada en la Cámara baja y órganos del Congreso unicameral y un 6,6% en los Senados de la región. Los datos también muestran que el progre- so sigue siendo desigual y limitado a ciertos países y posiciones. El panorama es aún más sombrío para las mujeres afro-descendientes e indígenas. Respec- to del poder ejecutivo, la situación tampoco es tan diferente. A nivel regional, las mujeres ocupan un promedio de 23% de los puestos ministeriales.


23 Campaigns&Elections Enero 2011


Palabras Finales A pesar de la importancia de los riesgos y desafíos que afronta el acceso pleno de la mujer en las altas esferas políticas, el panorama futuro es auspicioso. Si bien las cifras de incorporación de las mujeres a car- gos de importancia política en América Latina aún son bajas, la tendencia es claramente al alza, tanto en relación al número de mujeres que acceden al po- der, como al deseo de tener mujeres representantes que expresan los propios ciudadanos y electores. Un primer nivel de impacto que puede tener el ma-


yor acceso de las mujeres a la política, se relaciona con que sus incursiones pueden contribuir a devolver la confi anza de las personas hacia la política y aminorar su desafección, puesto que cuando una mujer asu- me un cargo, este hecho percibido como una opor- tunidad de hacer las cosas de una manera nueva, cercana, distinta. Por otro lado, el tema de género es un problemá-


tica global. Una señal de su inmensa importancia, es que los organismos internacionales están comenzan- do a abandonar la idea de que el tema de género es un acápite particular de la sociedad. Un ejemplo de esto es que la misma ONU creó un organismo paralelo completo: ONU–Mujer que comenzó sus operacio- nes en enero de 2011, y en que está dirigido por la propia Michelle Bachelet. Esta organización busca la igualdad de género y el empoderamiento de la mu- jer, bajo el entendido de que su logro tiene enormes ramifi caciones socioeconómicas ya que fortalecer a las mujeres impulsa las economías, la productividad, el crecimiento económico y la calidad de la democra- cia, según la defi nió la propia ONU. Finalmente, el mayor y más importante impacto


que tendrá el aumento de las mujeres en política, es más invisible: Ninguna niña que nazca hoy en Amé- rica podrá pensar, por difícil que sea su vida, que hay alguna posición inaccesible para las mujeres, porque si la Presidenta de su país es mujer, no habrá ninguna razón para que ella no pueda ser algún día, CEO de una importante empresa, estrella de fútbol, científi ca, ministra o astronauta. Ese es el cambio fundamental que están generando nuestras líderes actuales.


*Agradecimientos especiales a Cecilia Monge, miembro del Área Nueva Agenda de Fundación Dialoga, por sus aportes y comentarios.


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