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Éxitos electorales y poder femenino


ro no es un tema de una parte de la sociedad, sino de la sociedad en su conjunto, develando públicamen- te la evidencia de actitudes discriminatorias perma- nentes. Sin embargo, es enfática en afi rmar que este tema no debe abordarse desde la victimización o el revanchismo, con el contrario, para la experta es esencial que las mujeres en el poder aprovechen inteli- gentemente los mismos prejuicios sobre su género para validar su liderazgo y poder. Utilizar positivamente aquello sobre lo que re-


caen prejuicios, es lo que la campaña de Bachelet logró, al transformar una historia de vida con bastan- tes fl ancos abiertos para las críticas de la sociedad conservadora como la chilena, en capital político.


Michelle Bachelet, 53 años, médica pe- diatra, divorciada, tres hijos, uno de los cuales fue concebido fuera del matrimonio, militante del Partido Socialista de Chile, hija de un militar torturado y muerto durante la dictadura militar. Estuvo exiliada en Alemania Oriental. Durante la dictadura trabajó como médico pediatra en ONGs dedicada a ayudar a víctimas de violaciones de derechos humanos. Fue Ministra de Salud (2000- 2002) y Ministra de Defensa (2002-2004) en el Go- bierno de Ricardo Lagos, siendo la primera mujer en ejercer ambos cargos en Chile y la primera Mi- nistra de Defensa de Latinoamérica.


Para quien lea esta biografía sin conocer a la ex


presidenta de Chile, podría adelantarse a pensar que se trata de una persona que podría poner en riesgo la estabilidad de un país por su pasado “rojo” y el resenti- miento que le habría causado la persecución, la tortura y la pérdida de su padre en manos de la dictadura mili- tar, pero ella, ya desde sus primeros cargos públicos de ministra se encargó de demostrar lo contrario, convir- tiendo a su propia biografía en el principal elemento para construir una imagen de campaña positiva. Su experiencia de vida es de tal simbolismo y po-


der comunicacional que precedió y superó las herra- mientas y acciones que se puedan desarrollar en una campaña, le atribuyó una moral progresista y liberal que comienza por la empatía y la responsabilidad, características asociada al género femenino y que se concreta en conceptos como protección y cuidado por aquellos que lo necesitan. Todo ello reforzado


por su doble condición de mujer y médico, de lo que derivan asociaciones como responsabilidad, recono- cimiento a la interdependencia, cooperación para el bien común y el respeto mutuo.


La lucha contra los estereotipos No hay que equivocarse, si bien algunos estereoti- pos pueden utilizarse a favor de una mayor inclusión de la mujer en los espacios de poder, en términos generales los estereotipos de género son dañinos porque consolidan imágenes que no dan cuenta de la multiplicidad de roles, valores y capacidades de las personas y legitiman relaciones desiguales al refor- zar que lo ya instalado es “natural” (por ejemplo que el jefe un hombre y la asistente una mujer o que sea “lógico” que una mujer no se interese por la políti- ca). La tarea a corto y mediano plazo es lidiar con estos estereotipos de la mejor manera posible y alcanzar el éxito electoral considerándolos como factores dentro de las campañas, pero nuestra tarea a largo plazo es, indudablemente, desarmarlos. Sobreponerse a estos estereotipos es uno de los


muchos desafíos que las nuevas líderes políticas de América latina están enfrentando. Otro importante también es comenzar a desligarse de las fi guras mas- culinas de apoyo. Esto es inminente en el caso de Cris- tina Fernández de la que se solía decir que junto a su marido Néstor Kirchner eran “la dupla gobernante”. Hoy por razones ajenas a su voluntad está sola y de- berá demostrar que da el ancho para el cargo por sí misma con una sobrecarga que excede naturalmen- te la condición de gobernante y viuda y la instala en una esfera de exigencias sobrenormales. Y así como Michelle Bachelet logró superar el rol


de “heredera de Lagos”, Laura Chinchilla en Costa Rica debe dejar de ser vista como la sombra de “Oscar Arias” y Dilma Rouseff en Brasil deberá hacer lo mismo respec- to de Lula, aunque en el último caso, es posible que sea un poco más complejo, en virtud de que su campaña tuvo un marcado acento continuista que le difi cultará instalarse como fi gura de poder independiente.


Conseguir nuevos espacios para las mujeres No cabe duda alguna que el principal desafío de


las mujeres en política hoy y de las que están por ve- nir, es cambiar la realidad como la conocemos, imple- mentando políticas inclusivas exitosas para la mujer


Enero 2011 Campaigns&Elections 20


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