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ARTÍCULO


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protectoras y esposas que esperaban el tiempo que hiciera falta. Pero no se puede generalizar porque no todas eran “rojas”, no todas estaba en la cárcel, y no todas participaron en la vida política. Hay una obra clave escrita por Paul


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Preston, el historiador más reconocido por su trabajo acerca de la historia España. Esa obra lleva por título “Palomas de guerra”. Y en ella se narra la historia de cinco mujeres muy diferentes entre sí tanto por la clase social a la que pertenecían como por el país de donde provenían para luchar en Es- paña por la causa que cada una defendía. Ellas son Merecedes Sanz-Bachiller, funda- dora del Auxilio Social y esposa del fascista Onésimo Redondo; Nan Green, comunista británica que trabajó en la Guerra Civil uni- da a las Brigadas Internacionales; Priscila Scott-Ellis, hija de Lord Howard de Walden, enfermera en la Guerra Civil apoyando el Ejército Nacionalista; Margarita Nelken, hija de judíos alemanes, parlamentaria so- cialista en la II República; y Carmen Polo, esposa del dictador español Francisco Franco. Es apasionante navegar por esta obra y descubrir el sentir y el hacer de cada una de estas mujeres en un momento cla- ve como lo fue la Guerra Civil española. A pesar de sus raíces ideológicas, muchas mujeres tenían ese sentido de lo humano, de lo protector, del cuidado, de sentirse útiles y luchar, sufrir y sangrar, costase lo que costase, por una causa. Tal y como na- rra Paul Preston, “cuatro de estas mujeres,


a pesar de sus diferentes nacionalidades, orígenes sociales e ideologías tenían mu- cho en común. Eran valientes, decididas, inteligentes, independientes y compasivas. En distintas medidas, a todas les dañó la Guerra Civil y sus consecuencias inmedia- tas y a largo plazo. Como resultado directo de la guerra, dos enviudarían, dos perde- rían hijos. Dos de ellas se quedarían pro- fundamente traumatizadas por sus expe- riencias en la línea de frente. El fantasma de la Guerra Civil les acompañaría el resto de sus vidas”. Así es, como esposas y ma- dres, las mujeres quedaron muy afectadas por las luchas políticas de los años 30 y 40, fueran del color que fuesen. Como escribe la investigadora Mary


Nash en su obra “Rojas, las mujeres repu- blicanas en la Guerra Civil”, las mujeres en- carnaban la lucha por la supervivencia por- que su responsabilidad fundamental era proteger y mantener a sus familias en me- dio del hambre, del racionamiento, de las colas interminables, la escasez de alimen- tos, deficiencias sanitarias e higiénicas, los bombardeos constantes, los excrementos en los búnkeres… No hay que olvidar que los hombres fueron llamados al frente al estallar la guerra, por lo que las mujeres asumieron la responsabilidad del hombre al mantener a sus familias, al sustentarlas y protegerlas. Fue así como la mujer tomo parte en su lucha propia y se convirtió autónoma y autosuficiente al carecer de marido. Eran mujeres independientes. Las


mujeres buscaron sus propios medios de subsistencia y sus propios recursos para sobrevivir. Se desarrollaron sus capacida- des de liderazgo en medio del sufrimiento y la pérdida. En medio de tener que parir a sus hijos en soledad en medios de las gra- nadas que explotaban a cada paso. ¿No es eso fortaleza? Otra mujer que cabe destacar es la des-


conocida Leonor Serrano Pablo. Esta mujer nació en Castilla – La Mancha, la tierra de Don Quijote. Una mujer que significó un antes y un después en la educación espa- ñola al traernos desde Italia, e implemen- tar, el método Montessori. Este método consiste en que los niños preescolares ini- ciaran su formación de tal manera que, con el inicio antes de la educación, las mujeres pudiesen escapar de las cuatro paredes de la casa que la tenían esclavizada para empezar a conciliar una vida familiar y la- boral. Leonor Serrano era feminista y tam- bién defendió el pecado mortal de Clara Campoamor, el voto femenino. Esta peda- goga, abogada y escritora tuvo que exiliar- se en plena Guerra Civil con el marido y el hijo muertos. Tras la guerra volvió a Madrid habiendo perdido su sueldo y su puesto. Murió en 1942 antes de que la condenaran haciendo lo que mejor sabía hacer: educar.


Eran valientes, decididas, inteligentes, indepen- dientes y compasivas. En distintas medidas, a todas les dañó la Guerra Civil y sus consecuencias inme- diatas y a largo plazo. El fantasma de la Guerra Civil les acompañaría el resto de sus vidas


Mujeres en la Guerra Civil de España Mayo - Junio 2013


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