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EL CANDIDATO ESTRELLA O EL PARTIDO


cios dedicados a la política, y la norma de los más exitosos es que apoyan a un lado o al otro del es- pectro ideológico (y por ende en muchos casos a un partido o al otro).


Este fenómeno de avivamientos


partidistas en la red viene dado primordialmente porque cualquiera puede crear un blog, un video de Youtube, o un contenido en Internet sin necesidad de credenciales periodísticos o de pasar el severo ra- sero de los mismos. La voz viene de la calle, de abajo a arriba y no a la inversa. Dichos movimientos se ca- racterizan por ser corrientes ideológicas, a lo sumo afines a ciertos partidos, pero no suelen tener éxito cuando se centran en el seguimiento de un candida- to en particular. Este potencial de movimiento lide- rado por ideas puede ser aprovechado en plenitud por partidos políticos. El hecho de contar con un partido sólido tiene


potencial de generar grandes beneficios para toda su red y su misión política. En términos funcionales, los partidos son eficaces para movilizar, para gene- rar fondos, realizar campañas, y generar o ayudar a seleccionar candidatos. Evidentemente cada país tiene sus regulaciones para todas estas actividades, pero en líneas generales, un partido resulta eficaz en todas ellas si se desea utilizar. En términos de estrate- gia, un partido genera unidad y dirección. Así como distintos candidatos pueden generar divisiones den- tro de un mismo partido, el partido ofrece el territo- rio común dónde se pueden encontrar todas las fac- ciones (si las hay) dentro del mismo, representa ese espacio necesario de armonía y consenso que ha de haber si se desea trabajar en equipo por un mismo fin. Además, estratégicamente, el partido puede ali- mentar la base, hacerla crecer, y fortalecerla, lo cual a la larga y en las elecciones, resultará clave para la victoria. Por último, el fin de un partido es alcanzar una serie de ideales mediante políticas, y un partido fuerte y unido conseguirá implantar más políticas y avanzar su agenda, creando así una permanencia di- fícil de derribar y marcando huella en la historia. Los beneficios del partido son grandes. El riesgo


del candidato estrella resulta alto. Cuando no fallan a nivel personal, se pueden dar otro tipo de compli- caciones. Tomemos el ejemplo de Barack Obama, un candidato estrella que eclipsó a su partido. Cuando Obama ha necesitado apoyos de su partido para conseguir avanzar la agenda progresista, se ha visto en dificultades. Incluso la misma gente que votó por


El hecho de contar con un partido sólido tiene potencial de generar grandes beneficios para toda su red y su misión política. En términos funcionales, los partidos son eficaces para movilizar, para generar fondos, realizar campañas, y generar o ayudar a seleccionar candidatos.


él (atraídos por su “persona”), en ocasiones ha retira- do su apoyo al ver los cambios que quería implantar en pos de la causa demócrata. Es como si no le qui- sieran perdonar el hecho de abanderar políticas pro- gresistas, el hecho de querer cambiar radicalmente las cosas en Estados Unidos. Obama, escaldado, ha tratado de voltear al centro. En este caso la crítica le ha venido de su misma base, tildándole de “dé- bil”. Obama ganó con una campaña que se enfocó mucho en él y no tanto en la causa y el partido de- mócrata. Y ha pagado las consecuencias al tratar de volverse “político”. Si se hubiera apoyado mas en el partido demócrata, habría tenido a la larga más apo- yo del mismo, y no habría causado tanta sorpresa su actitud reformista porque la gente le percibiría de una forma más ideológica. En definitiva, cada caso requiere una balanza.


Existen casos dónde no se puede desaprovechar el empuje de un candidato que destaca sobremanera por encima del resto, más sin embargo, hay que equi- librarlo siempre con una dosis de apoyo del partido. Cuando no existe ese candidato estrella, el partido debe generar empuje como organismo por sí solo, y crear valor de marca. Un partido fuerte genera múl- tiples beneficios que, si bien dirigidos, son exponen- ciales en el tiempo. Tener buenos candidatos siem- pre es positivo, pero no es lo más importante, resulta más bien la guinda del pastel. Un candidato estrella puede ser un arma poderosa, pero tiene doble filo, y deberá ser usada con las debidas precauciones.


Verónica Carmen Bañón es consultora política gra- duada de la Escuela de Posgrado de Gerencia Polí- tica de GWU.


DICIEMBRE 2011 - ENERO 2012 45


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