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EL CANDIDATO ESTRELLA O EL PARTIDO


Estudios han demostrado que las identificaciones con uno u otro partido (inclusive en Estados Unidos) están positivamente correlacionadas con el acto de votar: a mayor partidismo, mayor probabilidad de voto.


Evo Morales no eran una lección de estilo a propó- sito: su falta de pretensiones conllevaba un fuerte mensaje de representación. Es decir: la fórmula pue- de ser alterada en beneficio del candidato cuando sea necesario. ¿Puede llevar un individuo armado de todo el


carisma del mundo el peso de una campaña? Sin duda, y hay muchos ejemplos. Políticos que absor- ben el foco por encima de su partido, como puedan ser Miterrand, Sarkozy, Peña Nieto, o Clinton. Más sin embargo, desde un punto de vista racional, salva- guardando las excepciones, no parece la opción más adecuada hacer que una elección gire en torno a una sola persona. Al fin y al cabo errar es de humanos,


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y cuanto más peso este soportando el humano en cuestión, tanto más se llevará por delante si cae. Por ende si está soportando el peso de una campaña en- tera, un error le costará la misma a él y a su partido. Un ejemplo donde se ve claramente es al comparar Europa con Estados Unidos. En Europa, donde los partidos suelen acarrear más peso en las campañas, los asuntos personales de los candidatos suelen ser ignorados, mientras que en EEUU donde las campa- ñas suelen ser candidato-céntricas, la vida personal de los candidatos suele entremezclarse en las cam- pañas hasta el punto de eclipsarlas para bien o para mal. A los Europeos nunca les ha interesado conocer los asuntos de faldas de sus dignatarios, más sin em- bargo en EEUU este tipo de asuntos son tratados con lupa (y con microscopio de laboratorio sobre restos de vestidos azules…) y sus consecuencias suelen ser letales (Anthony Weiner o Herman Cain, por men- cionar víctimas recientes). Así ocurre en general con cualquier campaña que decida poner todo su peso en un candidato estrella: estará a merced del mismo. Si es el partido el que adopta todo el peso, el riesgo es menor, ya que los errores individuales pueden ser encajados por la red del mismo y en caso necesario el individuo puede ser reemplazado sin conllevar un coste mortal para la campaña. Estudios han demostrado que las identificaciones


con uno u otro partido (inclusive en Estados Unidos) están positivamente correlacionadas con el acto de votar: a mayor partidismo, mayor probabilidad de voto. Es decir que un partido debe intentar fidelizar a sus votantes para poder asegurarse una mayor canti- dad de votos. Un partido como organización siempre tendrá mayor capacidad de fidelizar votantes que un solo candidato, ya que para este, al cometer un error, se terminó su carrera política, mientras que los parti- dos pueden sobrevivir a sus candidatos. También se ha demostrado que a mayor intensi-


dad del partidismo, mayor será la participación del individuo en el proceso electoral: será más activo en actividades de reclutamiento, organización, volunta- riado, difusión de mensaje, creación de redes, etc. En el caso contrario, los no afines a ningún partido, in- dependientes, registran la mayor pasividad. Es decir, a más partidismo, mayor entusiasmo electoral, ma- yor movilización, y mayor participación. Un ejemplo en estos días de resurgimiento del partidismo, es la blogosfera: en la red se han multiplicado los espa-


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