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Tragedia, hazaña, fiesta y resaca


de un aparato estatal inefi caz luego de 20 años de administración centro-izquierdista; para la oposición los mineros estaban atrapados por efecto de la irres- ponsabilidad empresarial, que guiada por maximizar las utilidades no tomó las medidas de seguridad que exige la ley. Esta salida, por cierto, permitía a la vez un tiro por elevación hacia el Presidente Piñera, re- conocido empresario. En ese cuadro el posicionamiento que tomó el


gobierno en los primeros días tomó cierta distancia de la búsqueda de responsabilidades sobre el de- rrumbo, señalando que pondría todas sus energías en buscar y rescatar a los mineros, y que luego se- ría el momento de la búsqueda de responsabilida- des. Pasando por alto al cuestión sustantiva de la dicotomía –es razonable para una institucionalidad compleja asumir las labores de rescate y sanción de manera simultánea–, esa defi nición alejó al Gobier- no del debate más partisano. Temprano, apenas co- nocida la tragedia del encierro, el Gobierno anotaba su primer acierto de cara al público. Cuando 17 días después del encierro, el 22 de


agosto se hizo contacto con los mineros, cualquier duda del rol que ocuparía el Presidente en el rescate quedó disuelta. La noticia del encuentro de los mine- ros mediante la nota “estamos bien en el refugio los 33” fue reservada hasta que Piñera arribó a la zona, y pudo mostrar en sus manos el papel escrito por los trabajadores. La escena del presidente enseñando el papel se repetiría infi nitas veces, en Chile y el extran- jero. La rutina llegó a irrita a la esposa de Piñera, Ceci- lia Moral, quien en Alemania fue grabada diciéndole a su marido “no lo muestres”. Dos meses después del hallazgo culminaban las


operaciones de rescate con el retorno a la superfi cie de “los 33”. La puesta en escena del rescate fi nal me- rece el mayor de los reconocimientos, constituyendo una suerte de caso de estudio que resalta la impor- tancia de la imagen y cómo ésta debe ser planifi cada y construida para una mejor entrega del mensaje a los receptores, en este caso las millones de personas que en todo el mundo presenciaron la transmisión en directo. Nada casual si se considera que la puesta en escena estuvo a cargo del ex director de shows televisivos Reynaldo Sepúlveda, hoy Director de Pro- ducción de la Presidencia. Con ocho cámaras y acce- so exclusivo al rescate, la transmisión ofi cial estuvo muy lejos de la clásica imagen de los protagonistas


La noticia del encuentro de los mineros mediante la nota “estamos bien en el refugio los 33” fue reservada hasta que Piñera arribó a la zona, y pudo mostrar en sus manos el papel escrito por los trabajadores.


arrinconados por múltiples micrófonos y cámaras. En contraste con el cuidado diseño de la imagen


del rescate, el rol que jugó el Presidente Piñera en el recate –y de ahí en más– pareció quedar sujeto a la improvisación y el carácter del mandatario. En pala- bras del mismo Sepúlveda, “acá yo no venía a mos- trar al Presidente, venía a hacer otro trabajo, pero to- dos sabemos cómo es el Presidente nuestro, le gusta estar involucrado en todo y eso es lo que hay que mostrar, lo que está sucediendo”. La hiperactividad y voluntad de “estar involucrado


en todo” de Piñera son rasgos conocidos desde largo tiempo, y resulta evidente que los chilenos lo eligie- ron presidente conociendo esas características. Sin embargo, pareciera ser que esos rasgos están afec- tando sustantivamente un atributo clave en un líder, su credibilidad. Piñera pronunció cuatro discursos


Marzo 2011 Campaigns&Elections 50


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