Los políticos psicópatas
Los Amarres Electorales hacia 2012
Empatía en la base de la comunicación Según Drew Westen, el psicólogo norteamerica- no que ha refl exionado sobre la importancia de las emociones y el cerebro en la toma de decisiones po- líticas, argumenta que la mayor parte del peso en las decisiones que tomamos, la tienen precisamente las emociones. De hecho, la capacidad de empatía ha- cia un líder, un partido o el caso particular que reine en la agenda política del momento, puede ser más determinante para justifi car nuestra posición que elementos más racionales. En el interior de lo que sufre. Del sufrimiento. El
En España, las encuestas y sondeos no han deja-
do de mostrar un desencanto creciente de la ciuda- danía hacia la política. La confi anza de la ciudadanía hacia los líderes políticos, tanto en el Gobierno como en la oposición, es escasa. Son varias las causas que nos han llevado hasta esa situación, desde el resul- tado de las políticas públicas emprendidas hasta la percepción de la gestión realizada por parte de la ciu- dadanía. En la base, sin embargo, está la que quizás es la piedra angular de toda relación: la constatación que algo falla en el proceso de explicar las cosas. Los sofi stas nos dirían, seguramente, que la exis-
tencia de los políticos psicópatas no es posible. Si la verdad tiene su fundamento en la experiencia, ni el mejor de los discursos podría hacer cambiar esa ver- dad. Pero la realidad es que no hablamos sólo de un trastorno de comunicación puntual. No es una pie- dra en el camino. El político psicópata lo es porque ha perdido ya la noción de a quién se debe: a los ciu- dadanos a los que representa. El lema original de los Estados Unidos rezaba
“E Pluribus Unum”, de muchos, uno. Refi riéndose a la formación del país, no ha dejado de ser un lema usado en infi nidad de contextos y alocuciones pre- sidenciales. Permítanme que me aventure a apuntar que ese trastorno de comunicación –y político a la vez– precisa de comprender que un líder es uno de muchos… que debe sentir y pensar como muchos y menos como uno. Entender el liderazgo político como un camino en una sola dirección hacia un des- tino, aleja a los políticos de la auténtica base de la comunicación y de la política: la empatía.
35 Campaigns&Elections Marzo 2011
origen griego de la palabra nos pone en la pista de la base de lo que más necesita la comunicación po- lítica en estos difíciles momentos. Necesitamos más que nunca comprender los sentimientos de quiénes interpretarán nuestro mensaje. Ponernos en los za- patos de los que caminan con una talla menos. La política contemporánea, tan acostumbrada al
valor de la demoscopia centrada en la intención de voto, pierde el foco del valor de las personas. De las emociones que son las que, en muchas ocasiones, acaban afectando al apoyo a un líder. Emociones que se manifi estan en esa necesidad de entender que la empatía debe estar en la base del discurso, del men- saje y de la propia política. Algo que pasa desapercibido en los tediosos
cuestionarios telefónicos. “¿Cómo se siente…?” Nun- ca aparecerá en el mismo nivel de los índices de popularidad. Pero nos dice tanto la respuesta a esa pregunta. Quizás porque en esto las neuronas espe- jo sean más potentes que una proyección, al fi n y al cabo precisamos ponernos en la piel del otro antes de dirigirnos a él. No es que los políticos se vuelvan de golpe unos
psicópatas en el mensaje. Berlusconi no incurrió en un error de forma fortuita cuando, tras los terribles temblores en L’Aquila, afi rmó que los ciudadanos que habían perdido sus casas y estaban siendo atendidos en tiendas de campaña, debían tomarse la experien- cia como si fuera “un día en el camping”. Una expre- sión que dio la vuelta al mundo y puede pasar por fortuita. Pero cuando no hemos considerado nunca lo que provoca en los corazones de los ciudadanos nuestro mensaje, no podemos esperar comprender lo que sienten en situaciones extremas. Los políticos que nunca tuvieron a los ciudadanos en el centro de
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