después de ganar las elecciones
Delibere todo lo que quiera después de ganar las elecciones
Por: Juan Fernando Giraldo
En un episodio reciente de una serie de misterios médicos, un grupo de doctores debía atender a Joe Dougan, jefe de campaña de un candidato al Senado de los Estados Unidos. En una de las escenas, Masters, una de las doctoras del equipo, le confiesa a Dougan que su equipo usó métodos moralmente cuestionables para llegar al diagnóstico correcto, a lo que el jefe de campaña, aun postrado en la cama del hospital, le responde –“¿sabes? la medicina es como la política, al final lo que importa es el resultado”. Masters rechaza la premisa y contesta –“Eso no es cierto”-, y continúa diciendo –“El respeto importa, la honestidad e integridad importan”. Joe retira sus ojos de su dispositivo móvil y con una sonrisa sarcástica le replica –“A mí me gustaría mucho tener un contrincante como tú”- implicando con ello que con esos principios, la doctora Masters sería un adversario fácil de derrotar.
con grandes ideas, formación técnica, aprecio y res- peto por sus contrincantes que adoptan algo que uno podría denominar “actitud deliberativa” frente al proceso electoral1 . Algo parecido a la actitud que defendió la doctora Masters. Lo que parece evidente es que con frecuencia
E
estos políticos jóvenes, con profundo espíritu demo- crático y respeto por la posibilidad de transformar la forma de hacer política en países como el nuestro, diseñan sus estrategias de persuasión para las cam- pañas como si se tratara de estrategias para el ejer- cicio del cargo público y tienden a perder las elec- ciones frente a prácticas que juzgan de tradicionales, reprochables y, en algunos casos, abiertamente ile- gales, como las que asesores y candidatos como Joe Dougan parecen estar dispuestos a llevar a cabo. Esto no signifi ca que para ganar elecciones en
países como Colombia, o en cualquier país Lati- noamericano, sea necesario jugar por fuera de las
n contiendas electorales recientes
en Colombia he tenido la oportuni- dad de acompañar informalmente algunas campañas. En ellas me he encontrado con hombres y mujeres
reglas, o con estrategias de manipulación. Lo que signifi ca es que el juego electoral plantea unos retos que desbordan la ‘bondad’ de la deliberación y el de- bate público como estrategia central. No pretendo cuestionar la actitud deliberativa, ni
invitar a jóvenes políticos a renunciar a sus valores du- rante la contienda electoral. Todo lo contrario, quisiera ofrecer una refl exión que permita a estos jóvenes ac- ceder al poder. Personalmente, prefi ero ver a esas fuer- zas políticas gobernando y no perdiendo elecciones. No se trata de una investigación rigurosa que
pretenda vincular rasgos de la personalidad de los candidatos a los principios de la democracia delibe- rativa2 . Simplemente se busca ofrecer una refl exión, a partir de la observación, sobre cómo estas creen- cias, loables y valiosas, pueden resultar afectando las ambiciones electorales de un candidato en lugar de favorecerlas. Sin renunciar al espíritu democrático, estas cam- pañas deben aceptar que el juego electoral implica un sacrifi cio enorme de algunos de los principios que se promueven desde la democracia deliberativa y que poca utilidad tienen para acceder a los votos de los ciudadanos. La invitación es a que estos can-
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