VOLANDO MIGRACIÓN POR AIRE
La migración de las aves ha fascinado a los seres humanos durante miles de años. La precisión de navegación, los viajes extraordinarios y los mecanismos de migración los comprenden mejor las aves que cualquier otro grupo taxonómico. Aproximadamente 1.800 de las 10.000 especies de aves del mundo son migrantes de larga distancia (Se- kercioglu, 2007). Se conoce mucho menos acerca de la migración de los murciélagos, entre otras razones porque estos pequeños animales migran en su mayoría por la no- che. No obstante, los murciélagos son capaces de viajes largos y difíciles. En América del Norte y África, por ejemplo, algunas especies de murciélagos migran a distancias de hasta 2.000 km de norte a sur (Fleming et al., 2003;. Hoare, 2009).
En más de cien millones de años las especies voladoras han evo- lucionado y desarrollado complejas estrategias de migración, adaptándose a los cambios climáticos, los ciclos climáticos anua- les y la disponibilidad de alimentos específicos. El águila pesca- dora (Pandion haliaetus), por ejemplo, una especie rapaz especia- lizada en la pesca en lagos y ríos, con una distribución en todo el mundo, tiene que desplazarse a miles de kilómetros de distancia hacia el sur, ya que los lagos quedan congelados hasta por ocho meses en el norte, impidiendo de hecho todo acceso a los peces por debajo de lo capa de hielo compacto, que puede alcanzar va- rios metros en Alaska, Canadá, Norte de Europa y Rusia. Por otra parte, el drenaje de los ríos para el riego de las tierras de cultivo en África austral, Australia o Argentina podría agotar la fuente de alimentación de las águilas en invierno, y afectar consecuen- temente a las poblaciones de águilas pescadoras en el extremo norte. Hay poco tiempo y espacio para que las especies puedan adaptarse a cambios antropogénicos tan rápidos.
Las aves costeras, que producen millones de crías en una tem- porada reproductiva muy breve en la tundra ártica, son un exce- lente ejemplo de especies migratorias altamente especializadas. Entre ellas se encuentra el negrón común (Limosa lapponica), que efectúa el vuelo sin escalas más largo que se conozca de cualquier ave y también el viaje más largo sin detenerse para alimentarse realizado por un animal, 11.680 kilómetros a lo lar-
go de una ruta que se extiende de Alaska a Nueva Zelandia (Gill et al., 2009). La pardela sombría es famosa por efectuar uno de los viajes de ida y vuelta más largos que se conocen, de 65.000 kilómetros a través del Océano Pacífico en 262 días (Hoare, 2009). Para muchas de las aves costeras los hábitats costeros son de importancia crítica, en particular las planicies mareales, donde es fácil abastecerse de alimentos ricos durante las mareas bajas. Para el negrón común no existen planicies mareales dis- ponibles (como “aeropuertos” para repostar) a lo largo del arduo recorrido entre Alaska y Nueva Zelandia. Pero al principio y al final del viaje, es de importancia vital disponer de hábitats cos- teros intactos. Las aves migratorias de larga distancia están bien adaptadas para administrar sus complejos planes de vuelo. Las
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