INTRODUCCIÓN
En todo el planeta, los animales silvestres migratorios nadan, vuelan o corren cruzando continentes y fronteras, siguiendo rutas perfeccionadas a lo largo de siglos y que les permi- ten sobrevivir, reproducirse y prosperar (PNUMA, 2001; Bolger et al., 2008; Harris et al., 2009). Al igual que en los modernos centros de tráfico del mundo, tales como aeropuertos, puertos y rutas de viaje, estas especies dependen de puntos de acceso, corredores migra- torios y lugares seguros para repostar, descansar o navegar con seguridad en un mundo lleno de riesgos. Estas redes ecológicas son vitales para la supervivencia de las poblaciones migratorias. La pérdida de una red ecológica, o de partes de ella, se puede comparar a los efectos dominó que se producen en la sociedad por el cierre del tráfico aéreo, del transporte marítimo y del transporte por carretera, o de cualquier fuente de abastecimiento.
CMS – la Convención sobre Especies Migratorias – trabaja con diversos socios para contribuir a asegurar estos corredo- res y lugares seguros. No obstante, si bien son 150 los paí- ses signatarios o signatarios parciales, los Estados Unidos de América, Canadá, Brasil, Rusia y China, así como algunos
10
otros países, aún no son partes en la Convención. Estos países representan hasta un 36% de la superficie terrestre del plane- ta y una gran proporción de las costas del mundo. Represen- tan también partes fundamentales de las rutas de migración mundiales (Fig. 1)