cuando se exponen al tráfico marítimo (Jensen et al., 2009). El ruido de los barcos mercantes eleva el nivel natural del ruido ambiental en 20–30 dB en muchas zonas, con sonidos de fre- cuencia particularmente alta, a la que algunos cetáceos son muy sensibles (Frankel et al., 1995; Arveson and Vendittis, 2000). Las orcas (Orcinus orca) pueden oir fácilmente el ruido de los barcos a una distancia de hasta 15 km (Erbe, 2002), se han cap- tado llamadas de la ballena minke (Balaenoptera acutorostrata) a más de 100 km de distancia (Oswald et al., 2011). En un estudio se observó que las distancias entre yubartas que comunicaban entre sí era de más de 5 km. En investigaciones recientes utili- zando micrófonos submarinos del sistema de vigilancia sónica (SOSUS) se ha podido captar a ballenas azules, de aleta, yubarta y minke cantando y se ha observado que el canto de las ballenas
puede escucharse probablemente a distancias de varios miles de kilómetros (Croll et al., 2002). Otro problema es el creciente nú- mero de instalaciones de energía eólica fuera de la costa. El ruido demasiado alto que se produce durante su construcción se pue- de oír a grandes distancias bajo el agua (Carlos, 2008) y puede desplazar a los animales de su hábitat en un radio de más de 15 kilómetros del hábitat original (Brandt et al., 2011).
Se ha observado una creciente preocupación acerca del uso de sonares militares, pero también de otros efectos del transporte marítimo (MacCauley et al., 2003; Nowacek et al., 2007; Well- gart, 2007; Papanicolopulu, 2011; Zirbel et al., 2011), indicando que los buques grandes pueden inducir a las ballenas a realizar desvíos de grandes distancias. Tales desviaciones pueden de-
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