sitables, aunque de hecho rara vez, dependiendo de la situación del momento, se cruzan en realidad. Las acciones combinadas producen efectos acumulativos, que dan lugar a la destrucción parcial o total de la red ecológica en cuestión, tales como el des- plazamiento de las especies migratorias, de los lugares de cría o los pastizales de invernación, que pueden dar lugar también al colapso reproductivo, al aislamiento genético, al creciente ries- go de depredación o de hambre.
Las vallas establecidas con fines veterinarios a través de Botswana y Namibia para detener la propagación de la fiebre aftosa al ganado del país causó la muerte de decenas de miles de ñus, al impedírseles alcanzar sus fuentes de abastecimien- to de agua. Las vallas afectaron también a otras faunas sil- vestres migratorias, tales como cebras, jirafas, búfalos, y tses- sebes (Mbaiwa y Mbaiwa, 2006). Se ha observado a algunos de los animales caminar a lo largo de las vallas tratando de cruzarlas, situación análoga a los retrasos observados en Asia central y China, tras la construcción de ferrocarriles y vallas fronterizas (véase más adelante). Esta situación, a su vez, hace que los animales sean altamente vulnerables a los depredado- res y los cazadores ilegales.
De hecho, las principales poblaciones de ungulados migrato- rios en muchas partes del África austral y el Asia central han disminuido en un 50–90 % en el último medio siglo, al im- pedirse o bloquearse las migraciones (Mbaiwa and Mbaiwa, 2006; Bolger et al., 2008).
La construcción de infraestructuras puede dar lugar tanto al au- mento de la caza ilegal como a la expansión agrícola, mientras que el bloqueo de la migración puede forzar también a los ani- males a desplazarse a un hábitat más marginal. En Mongolia, se cree que el ferrocarril Ulaanbaatar-Beijing es el factor causal más importante del fin de la migración histórica este-oeste de la gacela de Mongolia (Lhagvasuren y Milner-Gulland, 1997;. Ito et al., 2005).
Muchas especies migratorias mueren tratando de cruzar las vallas y barreras. Desafortunadamente, la construcción de ca- rreteras y ferrocarriles puede producir el efecto de evitar la mi- gración (Lian et al., 2008) y probablemente a reducir los cruces, como está bien documentado para numerosas especies. Una foto famosa publicada en 2006, mostró un grupo de antílopes cruzando por debajo del tren, pero más tarde se descubrió que
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la foto era una falsificación (Qiu, 2008, Yang y Xia, 2008). De hecho, los nuevos datos de satélite indican que mientras los an- tílopes Chiru siguen cruzando el ferrocarril Qinghai-Tíbetano y la autopista Golmud-Lhasa para llegar y regresar de sus luga- res de cría, los animales pasan 20–40 días en busca de pasajes migratorios y en espera (Xia et al., 2007; Buho et al., 2011). Las infraestructuras han determinado probablemente graves retra- sos en su desplazamiento de ida y vuelta al lugar de cría, lo que a su vez puede afectar a la productividad y la supervivencia.
Asimismo, el desarrollo de la ganadería y el establecimiento de vallas, e incluso el ganado mantenido en áreas protegidas, afec- tan también a la fauna silvestre y las migraciones, entre ellas la de la gacela tibetana (Procapra picticaudata), la gacela persa (Gazella subgutturosa), y el asno salvaje Kiang (Equus kiang) (Fox et al., 2009).
La pérdida de hábitat y a menudo la consiguiente competen- cia y caza ilegal causada por la expansión agrícola introducida en los hábitats más productivos, junto con la detención o el retraso o la obstaculización de las migraciones, es la principal amenaza para muchas poblaciones de ungulados migratorios. En Masai Mara, Kenya, se ha señalado una disminución del 81 % de la población de ñus migratorios (Connochaetes tau- rinus) entre finales del decenio de 1970 y el decenio de 1990 (Ottichilo et al., 2001; Bolger et al., 2008). Las poblaciones de casi todas las especies de fauna silvestre han disminuido a un tercio o menos de su abundancia anterior, tanto en el área pro- tegida de la Reserva Nacional de Masai Mara y en las vecinas explotaciones pastorales (Ogutu et al., 2011). Las influencias humanas revelaron ser la causa fundamental (Ogutu et al., 2011). Otros informes han mostrado reducciones importantes de ñus en Tarangire (Tanzanía), que disminuyeron en un 88 % a lo largo de 13 años (Tanzania Wildlife Research Institute 2001; Bolger et al., 2008). Es necesario aumentar urgente- mente las actividades de capacitación y aplicación de la lucha contra la caza ilegal, incluida la formación de los rastreadores, y mejorar la gestión de la escena del crimen, con el fin de ob- tener pruebas para el enjuiciamiento (Nellemann et al., 2011). Esta labor incluye también mejorar la reglamentación relativa a los vallados y la ordenación de la expansión ganadera y de las tierras de cultivo, con especial referencia a la protección de las migraciones de la fauna silvestre y el hábitat estacional para evitar nuevas reducciones de las poblaciones de fauna silvestre (Ogutu et al., 2011).