This page contains a Flash digital edition of a book.
Nuevos Partidos para Nuevas Realidades


des pueden llegar a ser tan relevantes que exce- dan los deseos iniciales del partido. Un claro ejemplo lo encontramos en los Estados Unidos, donde actual- mente el Tea Party (a pesar de su nombre, una red conservadora, no un partido) es no solamente el mo- vimiento social más importante, sino que es la verda- dera oposición a las políticas del presidente Barack Obama, por encima del partido Republicano. El Tea Party cuenta con tanta fuerza que incluso ha obliga- do al partido Republicano a secundar sus actuacio- nes más conservadoras a pesar de que inicialmente no lo contemplara así. Tanto respaldo social pueden llegar a tener algunos de estos movimientos que se puede llegar a la paradoja que dos partidos enfren- tados por el poder den su apoyo a un mismo mo- vimiento por el prestigio que este haya alcanzado. En España este situación no es extraña, ya que ante determinadas acciones sociales que tengan que ver con la banda terrorista ETA, tanto el PSOE como el PP suelen prestar su apoyo incondicional. Obviamente en este caso las dos entidades son muy conscientes de lo que electoralmente supondría no hacerlo.


Los partidos políticos son de las instituciones peor valoradas en todas las encuestas y eso es una muestra clara del rechazo que despiertan en gran parte de la sociedad.


A lo largo de la historia, los partidos políticos


han sido ignorados, perseguidos y aceptados hasta que finalmente han pasado a formar parte del entra- mado del Estado. Al ser incluidos de forma expresa como elementos de relevancia política en la mayoría de las constituciones promulgadas después de la II Guerra Mundial, paulatinamente los partidos se ha- bían ido convirtiendo poco a poco en instrumentos del Estado. Se habían convertido en elementos es- tabilizadores del orden político, en defensores de la paz social. Se encontraban así, cada vez más ligados con el Estado, en parte porque dependían en gran medida de él para financiarse y, en parte porque copaban sus órganos. Al haber sido convertidos en instrumentos del Estado, habían perdido la conexión con la sociedad civil, dejando de ser el altavoz de sus


51 Campaigns&Elections Septiembre 2010


necesidades y reivindicaciones. Los partidos coope- rativos, por su propia estructura, rompen con esa tendencia. Actuando movidos no solamente por los elementos internos tradicionales, sino también por exigentes movimientos sociales externos, se encuen- tran en una excelente posición para recuperar esa la- bor de enlace entre la sociedad y el Estado. Este tipo de partidos representa una ventana de oportunidad para que la sociedad civil vuelva a ser oída, pues su configuración hace posible que se vuelva a conectar con los ciudadanos. Los partidos actuarían de nuevo de catalizadores de las demandas sociales, y ese fac- tor no se puede obviar cuando hay que enfrentarse a unas elecciones. Los partidos políticos son de las instituciones


peor valoradas en todas las encuestas y eso es una muestra clara del rechazo que despiertan en gran parte de la sociedad. Son muchos los sectores que rechazan cualquier propuesta por el simple hecho de que provenga de estas entidades. Para estas per- sonas, los partidos tradicionales son un mecanismo del Estado para mantener el status quo e impedir cualquier cambio, así que son vistos como parte del problema en vez de parte de la solución. Pero su mu- tación interna hacia el partido cooperativo propicia que de nuevo se pueda dar una aproximación de la sociedad civil hacia estas asociaciones tan denosta- das. Por sus propias características la estructura de esta nueva tipología de partidos promueve y de he- cho exige, un acercamiento a la sociedad si desea so- brevivir como organización. Los propios dirigentes ni siquiera son todavía conscientes del cambio que están sufriendo, como tampoco los enfermos lo son de su propia enfermedad. Solamente si somos capa- ces de conocer las nuevas estructuras partidistas y avanzarnos al cambio, seremos capaces de gestionar adecuadamente el capital político de los partidos. Solamente si somos capaces de conjugar sus tres vertientes, seremos capaces de transfórmalos en verdaderas organizaciones capaces de recibir el su- ficiente respaldo social para gobernar. Estamos ante partidos políticos más complejos como también lo son las sociedades donde estos se encuadran. Esta- mos ante un nuevo pacto social partidos-sociedad civil y aquellos que no sepan gestionarlo desapare- cerán del panorama electoral. Carlos Gómez Ribas es consultor político con orientación a la ingeniería de partidos.


Page 1  |  Page 2  |  Page 3  |  Page 4  |  Page 5  |  Page 6  |  Page 7  |  Page 8  |  Page 9  |  Page 10  |  Page 11  |  Page 12  |  Page 13  |  Page 14  |  Page 15  |  Page 16  |  Page 17  |  Page 18  |  Page 19  |  Page 20  |  Page 21  |  Page 22  |  Page 23  |  Page 24  |  Page 25  |  Page 26  |  Page 27  |  Page 28  |  Page 29  |  Page 30  |  Page 31  |  Page 32  |  Page 33  |  Page 34  |  Page 35  |  Page 36  |  Page 37  |  Page 38  |  Page 39  |  Page 40  |  Page 41  |  Page 42  |  Page 43  |  Page 44  |  Page 45  |  Page 46  |  Page 47  |  Page 48  |  Page 49  |  Page 50  |  Page 51  |  Page 52  |  Page 53  |  Page 54  |  Page 55  |  Page 56