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Nuevos Partidos para Nuevas Realidades


Los Amarres Electorales hacia 2012


tipo de partido se dio originariamente en los mo-


vimientos socialistas que intentaron mediante una fuerte organización, preparar a sus militantes –tan- to a nivel de lucha electoral como callejera– para la consecución del poder político. El tercer tipo en apa- recer fueron los catch-all. Si los de masas fueron fru- to del sufragio universal, los catch-all lo fueron de la extensión de los medios de comunicación de masas. Estos partidos dejan a un lado su ideología para po- der captar a un mayor número de votantes. Donde esté la mayoría, allí estarán sus propuestas políticas –el famoso centro político hacia donde tienden a ir los actuales partidos de “derechas” y de “izquierdas” –. Los catch-all son partidos creados para conseguir el poder político por encima de todas las cosas, son puras máquinas electorales. Los últimos en apare- cer fueron los partidos cartel, (una evolución de los catch-all), debido más a cambios en los sistemas po- líticos que a cambios en las sociedades. Con estos partidos llega la colaboración interpartidista como la forma normal de solución de los problemas políti- cos. Estos partidos se encuentran sufragados casi de forma exclusiva por el Estado, y sus campañas elec- torales están basadas, cada vez más, en el desembol- so de grandes sumas de capital. Estos cuatro tipos de partidos han convivido entre ellos en las últimas décadas con un claro predominio en el poder de los catch-all-cartel, más modernos y preparados para las contiendas electorales.


Antiguamente un partido se definía fácilmente por su ideología y por quién pertenecía a él y quién no.


Sin embargo, en los últimos tiempos, el flujo con-


tinuo de información las 24 horas del día, el mayor uso de las técnicas del márketing político y el cambio en la conciencia social, han sido el empujón defini- tivo para la aparición del partido cooperativo. Los viejos paradigmas utilizados para definir a los parti- dos políticos se basaban en las relaciones internas, postura actualmente insuficiente para conseguir una delimitación adecuada de estas organizaciones en este momento. Para conocer esta nueva tipología partidista hay que ir más allá de la tradicional estruc- tura jerarquizada. Así, el partido cooperativo estaría


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definido básicamente por tres características. La pri- mera de ellas es la identificación del núcleo dirigente con la totalidad de la entidad. La segunda, es la mer- ma de actividades en ámbitos que anteriormente definían a los partidos. Y la tercera, es la colaboración con entidades y movimientos sociales externos para la expansión de sus propuestas. Centrémonos sin embargo en la primera caracte-


rística, la de la identificación del núcleo dirigente con la totalidad del partido. La expansión del márketing político ha modificado completamente la forma de cómo los candidatos se presentan ante el público. Las exigencias de los medios de comunicación sobre los políticos ha creado la necesidad de tener una presen- cia en los medios casi diaria si no se quiere perder re- levancia en el juego político. Esta dinámica de decla- raciones y contra-declaraciones entre los líderes de los partidos ha desembocado en una relación cuasi asfixiante con los medios de comunicación que obli- ga a los políticos a estar más preparados en relación a una mayor cantidad de temas de lo que lo estaban anteriormente. Contrarrestar las propuestas de los oponentes y conseguir la “cuota de pantalla” diaria se ha convertido en la máxima prioridad en las direc- ciones de los partidos. Hoy en día las direcciones de comunicación de los partidos se han convertido no solamente en imprescindibles, sino en los verdaderos órganos de gestión y coordinación interna de los par- tidos. El intento por conseguir que exista un mensaje coherente y claro ha favorecido que se reduzcan las voces hacia el exterior y, con ello, las posturas contra- rias a las tesis defendidas por la dirección. El miedo a equivocarse o a perder la claridad del mensaje que se quiere transmitir, ha tenido como consecuencia que estemos ante partidos políticos dirigidos por un res- tringidísimo número de personas. La segunda característica de estos nuevos par- tidos es la pérdida de una actividad que anterior- mente le era propia, como es la creación de políticas públicas basadas en su ideología. La relación con los medios es tan extenuante que obliga a centrar todos los recursos de la dirección del partido en la estrategia de comunicación. Esto ha restado posibi- lidades de actuación en otras áreas antiguamente definitorias de estas entidades, una de las cuales es la elaboración de nuevas propuestas programáticas. Es por ello que, siguiendo el modelo imperante en los Estados Unidos, la creación de estas propuestas


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