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Nuevos Partidos para Nuevas Realidades


correrá, cada vez más, a cargo de otros organismos. Bien sea de centros de pensamiento también cono- cidos como think tanks, o bien de fundaciones po- líticas afines a los partidos. El caso paradigmático en España de estas entidades es el de la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (más conocida como FAES), dirigida por el ex presidente Aznar y con un importante presupuesto dedicado a esta labor. Tan significativa será la lucha de estas fundaciones y think tanks, que con la Fundación Ideas, el PSOE ha intentado –sin éxito por el momento–, emular la relevancia de la que goza la FAES. Estas entidades parten con la ventaja de que al no estar sometidas a batallas electorales y mediáticas cuentan con la tran- quilidad necesaria para llevar a cabo una reflexión pausada y profunda sobre las futuras políticas a apli- car. En el futuro su importancia no hará más que ir en aumento, configurándose así como unos actores políticos centrales también en Europa a semejanza de lo que ya ocurre en los USA. Esta posición cen- tral estará motivada no solamente por una presencia cada vez mayor en el sistema político, sino por ser los organismos que instaurarán a través de los me- dios de comunicación, los marcos conceptuales por los que se guiará la sociedad. Estamos pues ante una batalla silenciosa que se disputa de forma sutil fuera de las trincheras del frente, pero que poco a poco se va adueñando por completo de la guerra. Cabe destacar que si estuviéramos solamente


ante estas dos características, se podría incluso ha- blar de una evolución o de una especialización de los partidos catch-all (como sí lo son los partidos “cartel”), pero existe una característica más: la externalización de los movimientos de respuesta social. Como se ha comentado anteriormente, los partidos se han estre- chado por la punta de la pirámide organizativa, es decir, que la actividad externa visible se ha concen- trado de forma importante en un reducido número de personas. De todas maneras, como la política es la integración de las diferentes sensibilidades, y las po- sibilidades de una victoria electoral pasan por contar con el mayor número posible de apoyos, los partidos tienen que expandirse. Y es en esta expansión en la que el partido hace uso de redes sociales creadas por personas o entidades ajenas a él. Estas redes se crean con un fin político o social concreto, por ejem- plo, el rechazo a la reforma de la ley relativa al aborto, promovido por asociaciones cristianas como el Foro


de la Familia. O también los muy conocidos “No a la guerra” y el “Nunca Más” en los que el PSOE, a pesar de no crearlos, sí que los secundó y se aprovechó del apoyo que estos movimientos recibían por parte de la sociedad española. Aunque estas iniciativas no parten del partido, sí tienen su visto bueno, ya que les ayuda a difundir su pensamiento ante sectores de la sociedad que de otra manera serían poco recepti- vos a sus propuestas. Ciertos sectores ciudadanos se encuentran verdaderamente descontentos con los partidos políticos a los que ven como simples grupos de arribistas interesados solamente en mantenerse en el poder y ganar cuanto más dinero mejor. Estos movimientos encuentran su éxito precisamente en ese descontento, ya que los ciudadanos necesitan expresar sus inquietudes políticas, y se fían más de sus iguales que de plataformas institucionalizadas.


De repente, ciudadanos descontentos por un


tema político concreto se encuentran recogiendo fir- mas, preparando manifestaciones, colgando carteles y concediendo entrevistas. Esto les lleva a conseguir una gran difusión de sus posturas y los partidos no desprecian esa presencia en los medios. Los partidos se ven obligados a dejar parte del activismo político a movimientos de fuera de la organización; si el re- sultado es positivo, se lo apropian y si es negativo, simplemente lo ignoran o lo rechazan calificándolo de ajeno al partido. Estos movimientos sociales aca- ban configurando el relato de los líderes políticos en relación a sus prioridades sociales tanto si se secun- dan como si se ignoran. De esta manera, unos ele- mentos a priori externos, acaban siendo elementos definitorios de los partidos políticos. El problema para los partidos políticos radica en que estas re


Septiembre 2010 Campaigns&Elections 50


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