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Contacto Ciudadano


haber pasado la reforma de salud en un Congreso hostil, tiene niveles de popularidad (45% de aproba- ción de su gestión) inferiores al 50% de popularidad. ¿Por qué a veces la gente no parece reconocer


los esfuerzos del Gobierno a pesar de la titánica labora de las administraciones? ¿Por qué las políti- cas públicas y proyectos de cambio a veces son tan impopulares a pesar de que son iniciativas nobles y benéficas para la población? ¿Es acaso que los ciu- dadanos son más exigentes ahora con el proceso de democratización? ¿Será acaso que los problemas de gobernabilidad están vinculados directamente con las expectativas creadas durante la campaña? Estas preguntas no son exclusivas de grandes


gobiernos nacionales, sino de estados (provincias), alcaldías, y de funcionarios del poder legislativo. Por ello, más allá del márketing político, hoy en día, las administraciones gubernamentales de cualquier ni- vel necesitan crear bloques de apoyo ciudadano en torno a sus iniciativas. Esta herramienta, apoyada en la comunicación pública, se basa en el trabajo de base (grassroots) al estilo de una campaña política en el que el gobernante dialoga con los ciudadanos y toca puertas para escuchar la opinión de los votan- tes. Esto refuerza la tesis de muchos consultores que consideran a la gestión de gobierno como una “cam- paña permanente”. La diferencia es que mientras se está en campaña el candidato busca el voto, mien- tras que en el Gobierno se busca la legitimidad y el soporte de los ciudadanos hacia el gobernante. Y sin afán de proporcionar un recetario que deba seguirse al pie de la letra para lograr la consolidación de bloques de apoyo ciudadano hacia las iniciativas de gobierno, creo que en todo proceso guberna- mental para involucrar a la participación ciudadana, se deben tomar los siguientes pasos:


1. Investigación de la opinión pública


Al igual que en una campaña se hacen grupos


de enfoque y encuestas que nos permitan saber cuáles son los temas sensibles al electorado, tam- bién en el Gobierno se realizan encuestas que per- mitan saber cuáles son los niveles de aprobación y los temas de relevancia para los ciudadanos. Si bien, estas herramientas no constituyen novedad algu- na puesto que llevan décadas de uso activo, en los


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últimos años se ha venido desarrollando el uso del microtargeting (también llamado tagging), tanto en campañas electorales como en Gobierno. Esta herra- mienta permite hacer un mapeo de las personas (u hogares) que opinan de cierta forma en torno a un tema específico. El objetivo es georreferenciar de la opinión de los temas de hogar en hogar (sí, de hogar en hogar). Por ejemplo, los hogares que tengan habi- tantes que piensan que el tema más importante que el Gobierno debería atender es la seguridad se verán concentrados y mayormente reflejados en el mapa en sectores de la demarcación donde los niveles cri- minalísticos sean elevados, bien se puede saber en qué sectores específicos los ciudadanos apoyan en mayor (o menor) grado la administración. Las encuestas tradicionales nos dicen a través de


una muestra representativa (con cierto margen de error) cuál es la impresión general extrapolada sobre preguntas específicas, pero no nos dice qué perso- nas piensan de esa manera en toda la demarcación. Cuando podemos constituir una base de datos (al estilo de un censo por hogares), con datos específi- cos como nombres, direcciones, nivel de escolaridad, nivel de ingreso, si tienen hijos o no, y las opiniones sobre la importancia de los temas de la agenda o la aprobación del Gobierno, tenemos un punto de partida claro para lograr el apoyo ciudadano hacia la administración en turno.


2. Desarrollo del mensaje Una vez que se conocen los temas de mayor


relevancia para cada hogar, es conveniente enviar algún mensaje personalizado con el tema que cada uno considera el más importante. Por ejemplo, si una madre está preocupada por la salud pública por sus hijos, la Administración podría hacerle llegar un boletín sobre los logros en materia de salud y los programas de salud pública infantil que el Gobierno está implementando. El mensaje debe ser coherente con la realidad, ya


que de lo contrario se pierde la credibilidad. Dice el dicho que “no se puede tapar el sol con un dedo”. Por ejemplo, si algún organismo gubernamental pre- sume a los ciudadanos sus logros en el combate al narcotráfico, pero la realidad cercana del ciudadano es que hay enfrentamientos armados en su colonia y venta de drogas próxima a su casa, es difícil que el


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