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Lobbying: la anomalía italiana


pero muy fragmentado. Por cierto, en Bruselas los lobistas son vistos desde una óptica moderna y sin prejuicios oscu- rantistas. Pero eso no es suficiente. Es necesario reformular las reglas para el acceso a las instituciones europeas para lograr que el mayor número posible de voces pueda ser escuchado y que los borradores de las directivas no sean negociados entre unos pocos que ignoran las consecuen- cias reales que ciertas medidas pueden provocar en cada uno de los países e incluso en las empresas de la Unión Europea que se encuentran más expuestas a la competencia internacional.


Sería necesaria una reglamentación homogénea de los


lobbies a nivel europeo. Yo quisiera que existiese una direc- tiva europea que estableciera los parámetros de esta activi- dad y éstos fueran iguales para los 27 países de la Unión. Por ahora parece un sueño, ya que el registro público de lobistas es obligatorio para el Parlamento Europeo, pero optativo para la Comisión en Bruselas. Todos ganarían con una reglamentación homogénea. Y ganaría, sobre todo, la política la recuperar su autonomía: más lobistas se escuchen en una casa de vidrio, más libres serán de adaptar decisio- nes que no sean fruto de condicionamientos, más o menos ocultos, de algún sector poderoso.


C&E: ¿En qué medida está contribuyendo el


debate europeo sobre el lobbying a una eventual reglamentación nacional? Además, ¿podemos con- siderar que la reglamentación de EEUU sobre los lobbies puede ser un modelo aceptable para Europa y para Italia?


M: La reglamentación de EEUU es, sin dudas, un punto


de referencia, ya que presenta la mayor experiencia pues se inició hace 70 años, con la Foreign Agents registration act (1938), enmendada en 1966; la Federal regulation of Lobb- ying Act (1946), superada por la Lobbying Disclosure Act (1995); la Honest Leadership and Open Government Act (2007) y la reciente normativa ejecutiva y directivas presi- denciales de Barack Obama. Esto demuestra que el tema es complejo y que es importante estar siempre actualizar las normas para mejorarlas.


El modelo de EEUU resuelve bien los problemas de la


transparencia, de la obligación del registro y de las incom- patibilidades, pero hace agua en el tema de la financiación de la política, que es el verdadero talón de Aquiles de la democracia americana: lobbies transparentes, a plena luz del sol, que sin embargo pesan demasiado y de manera desigual en las decisiones relacionadas con la cantidad de dinero utilizado –incluso en forma correcta– para financiar la política.


26 Campaigns&Elections | Julio 2010 Si el lobista que se encuentra con el tomador de decisio-


nes en el sector público para exponerle su position paper e intentar convencerlo es el mismo sujeto que, aun sin in- fringir la legislación, contribuye con dinero para sostener la actividad política del tomador de decisiones; entonces algún problema se presenta. Sin embargo, este aspecto deli- cado de la reglamentación deberá ser estudiado cuando se avance en el tema.


Lamentablemente, en Europa, y sobre todo en Italia, para


la reglamentación de los lobbies debemos todavía construir los cimientos sobre los cuales deberá surgir el edificio de la normativa. Es hora de empezar a hacerlo. “Il Chiostro” ha propuesto a las otras (pocas) asociaciones de lobistas de los países de la Unión Europea la creación de una red de coordinación para consensuar posiciones sobre la regla- mentación y luego conseguir despertar la atención de las instituciones europeas y nacionales.


El camino se hará cuesta arriba, pero la larga marcha ya se ha iniciado.


Lorenzo Montanari es consultor político italiano y investiga- dor sobre la comunicación política en The Graduate School of Political Management de The George Washington University, Washington, DC.


En Europa deberíamos evitar que la política cueste de-


masiado y que quien la financie generosamente adquiera de hecho una posición dominante en el acceso a las institu- ciones y en la influencia sobre la toma de decisiones públi- cas. Eso no le hace bien a la democracia y a la calidad de las decisiones adoptadas. Pero no es fácil. En el Código ético del “Chiostro” lo hemos escrito de la siguiente manera: “Los representantes de intereses evitarán ejercitar direc-


tamente, por cuenta de la propia empresa, asociación o co- mitente, cualquier actividad relacionada con la financiación de la política”.


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