Viernes 10 de febrero de 2017 es 1 de Abril 2011 Transiciones
Regreso al nacionalismo D
Por Víctor Alejandro Espinoza
victorae@colef.mx. Twitter: @victorespinoza_
espués que el filósofo nortea- mericano Francis Fukuyama decretara el fin de la historia y el inicio de un mundo aburrido porque los conflictos serían intras- cendentes después de que cayó el Muro de Berlín, la realidad le ha desmentido una y otra vez. Desde 1989, los conflictos no se han dete- nido y las sociedades se enfrentan por problemas de identidad, raza, religión, corrupción y conflictos en torno al poder. De aburrido nada, fue una mala ocurrencia del filósofo que quiso ver en el triunfo del capitalis- mo y sobre todo, del libre comercio, la hegemonía del mundo occidental.
La llegada al poder de Donald Trump ha roto con todas las certezas. Esta- dos Unidos era el país hegemónico que sustentaba ideológica y polí- ticamente su dominación a través de valores de la democracia liberal: tolerancia, respeto a la diferencia, inclusión, libertad, igualdad, etc. La democracia en América, para para- frasear al clásico, era un ejemplo a seguir. Incluso el sistema electoral, que designa al presidente a través de un colegio, es decir, mediante una vía indirecta y no mayoritaria, goza- ba de gran prestigio.
En un par de semanas, Trump ha
puesto en vilo al mundo entero. Me- diante una serie de órdenes ejecuti- vas ha iniciado una cruzada cultural contra las comunidades migrantes, se encuentra en proceso de declarar la guerra a países como China o Irán y ha polarizado a tuitazos a la socie- dad norteamericana. Su política, o lo que podríamos denominar como tal, responde a un proyecto nacionalista, patriotero y proteccionista. Se coloca en las antípodas de lo que ha sido el pensamiento liberal estadunidense.
Mi hipótesis es que se trata de res- ponder a los compromisos que hizo con quienes votaron por él. De ahí que el reto va a ser sortear los prime- ros 100 días cuando irá presentando las iniciativas más radicales y que le valieron el apoyo de determinados sectores que sentían que con Trump por fin tendrían respuesta a sus ne- cesidades. Se trata sobre todo de los más pobres de la sociedad nortea- mericana.
Sin embargo, lo que hemos conocido hasta el momento han sido políticas proteccionistas y antiinmigrantes que se revertirán tarde o temprano. Algunas de éstas, como la encamina- da a cancelar las visas de 70 mil mu- sulmanes provenientes de 7 países, ya han sido detenidas por dos jueces
federales. Desde luego, que otras como fijar un arancel del 20% a las importaciones mexicanas han sido severamente cuestionadas, incluso por los empresarios estadunidenses pues finalmente el consumidor es quien pagaría el aumento del costo del producto.
El nacionalismo trumpista se ha traducido en el regreso del naciona- lismo en América Latina. El caso de México es muy evidente. Marchas por la “unidad nacional” han sido convocadas a partir del próximo domingo. Quienes pensaban que el nacionalismo había pasado a mejor vida se han equivocado. Las fibras más sensibles del “alma nacional” han sido tocadas por la bravuconería del vecino. La vuelta hacia la idea de que la defensa de la patria está por encima de cualquier diferencia po- lítica e ideológica nos regresa a los años 30 del siglo pasado.
El pasado domingo 5 de febrero, fecha simbólica pues se trataba del aniversario número 100 de la pro- mulgación de la Constitución de 1917, en la ciudad de Tijuana se organizó un boicot para que los consumido- res no cruzaran la frontera para ir de compras o a pasar el día. La línea internacional lució vacía durante las
primeras horas. Mucha gente ha de- cidido dejar de visitar al país vecino. La justificación es que se sienten amenazados y atacados por el presi- dente Trump.
Parametría, la empresa que lleva a cabo sondeos de opinión, ha publi- cado esta semana resultados de un estudio acerca del sentimiento de los mexicanos hacia los Estados Unidos. Si en junio de 2014 el 47% de los en- trevistados consideraba que México debería estar más cerca de Estados Unidos y el 41% decía que de Amé- rica Latina; en enero de 2017 la rela- ción se invirtió: ahora el 55% piensa que nos deberíamos acercar más hacia los países del sur y sólo el 32% dice que nuestro futuro es la relación con Estados Unidos (@Parametría). Lo dicho, Donald Trump ha provo- cado una vuelta al nacionalismo que parecía cuando menos olvidado.
[1] Investigador de El Colegio de la Frontera Norte.
Página WEB;
www.victoralejandroes-
pinoza.com
El pasado domingo 5 de febrero, fecha simbólica pues se trataba del aniversario número 100 de la promulgación de la Consti- tución de 1917, en la ciudad de Tijuana se organizó un boicot para que los consumido- res no cruzaran la frontera para ir de compras o a pasar el día.
/Opinión
En mi opinión
La violencia y los nuevos fascismos S
Por Saúl Arellano @saularellano Ciudad de México, (Crónica de Hoy)
ería difícil pensar en nuestros días en la aparición de fas- cismos similares a los que se
construyeron en el siglo XX. Los de ahora difícilmente podrían susten- tarse en ideologías tan elaboradas como las de entonces, y también se percibe complicado que se reediten movimientos militantes como los fasci di combattimento o las juventu- des hitlerianas.
Lo anterior no quiere decir que las nuevas formas en que se expresan los fascismos de nuestros días sean menos insidiosas y peligrosas. De hecho, en la erosión de los “absolu- tos” y en la frivolidad de los plantea- mientos se encuentra precisamente su carácter absolutamente malvado.
Al respecto, es importante pensar en el hecho de que en el siglo XX los movimientos fascistas recurrieron al enmascaramiento; hubo todo un “movimiento de artificios” mediante
el cual se pretendió revestir de ca- rácter científico, filosófico y ético a la propuesta política del régimen nazi en Alemania, y de los fascismos a la española y a la italiana.
Hoy, por el contrario, hay una “trans- parencia del mal”, como lo escribiera en su sugerente título Jean Baudri- llard. Es decir, hoy el fascismo no está recurriendo al artificio simbólico, sino que va directo al grano: odio a los extranjeros, sin más justificación que afirmar que son una amenaza; odio a la diversidad sexual, sin más argumentación que decir que se tra- ta de “una aberración”.
Se promueve la xenofobia como se promueve comprar zapatos, y se da pie a un discurso misógino, como si se estuviese hablando del último partido de futbol. Para colmo, la fri- volidad y la señalada transparencia del mal es ahora extendidamente pública, pues el predominio de las
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redes sociales como instrumento para la emisión de mensajes políti- cos ha profundizado la crisis de los significados.
Hitler sostenía que era el Führer por- que era descendiente de la raza aria, y sus fanáticos seguidores asumían lo mismo. Revestían sus eventos de toda la simbología de las esvásticas, de la música clásica alemana, de la pintura expresionista, del cine, de la literatura, y de todo el aparato cultural-propagandístico que se di- señó para justificar —lo que de suyo es infame— la construcción del régi- men nazi.
Ahora hemos llegado al otro extre- mo del absurdo, mediante el plan- teamiento de que hoy los barones del dinero sostienen que deben go- bernar, en primer lugar, porque son “exitosos”; en segundo lugar, porque sostienen que es necesario vivir con “orden” —cualquier cosa que eso
signifique—; y, en sentido estricto, solo por el hecho de que “se trata de ellos”.
El día de antier se dio a conocer que en Rusia se aprobó una reforma por la cual se despenaliza golpear a las mujeres y se vuelve legal hacerlo, sin sanciones penales, una vez al año. En los Estados Unidos de América las órdenes ejecutivas de su presidente criminalizan la pertenencia a una religión, olvidando que una de las principales raíces de la democracia norteamericana se encuentra en la diversidad, la tolerancia y el pluralis- mo religioso.
En Francia, Austria, Italia, incluso en España y otros países europeos, los movimientos de ultra derecha buscan llegar al poder repitiendo la misma fórmula: enarbolar discursos idiotas y simplistas hasta llegar al tedio y al vaciamiento de todo sig- nificado, excepto aquél que apela a
las identidades más elementales que obligan a pensar en una involución a las etapas del tribalismo originario del Homo sapiens.
Ante el horror de la Alemania nazi, la Escuela de Frankfurt planteó asu- mir un nuevo imperativo categórico para Occidente: “Que Auschwitz no se repita”. Han pasado siete décadas desde entonces, y lo peor que esta- mos constatando es que el fascismo nunca fue completamente derrota- do; que los lenguajes del totalitaris- mo y el autoritarismo político siguen asumiéndose como válidos; y, sobre todo, que es mediante la violencia y la destrucción de los otros como debe construirse y realinearse nues- tra extraviada modernidad, en su fase de absoluta globalización.
Estamos, en síntesis, ante un espec- táculo lamentable.
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