This page contains a Flash digital edition of a book.
Fiestas como las celebraciones dionisíacas griegas y las de- nominadas bacanales, saturnales y lupercales romanas serían precedentes de nuestros carnavales


XIX se celebraban carnavales en la ciudad, sobre todo en ciertas zonas como la plaza de la Corredera o los barrios de San Agustín y San Rafael. En 1937, en plena Guerra Civil y con la ciudad en poder del ejército nacio- nal, estas celebraciones fueron pro- hibidas. Lucas León Simón, en “Me- morias, pájaros y estrellas”, evocaba aquellos tiempos de la dictadura y su repercusión en la cultura popular. Entonces: “el carnaval, como tantas otras cosas, estaba prohibido. Todo lo que tuviera que ver con el libre pen- samiento, la crítica pública o el sexo formaba parte de lo proscrito y era inevitablemente atribuido a las tur- bas o al populacho”. Sin


embargo, incluso en esos


momentos de obligado silencio, los cordobeses fueron capaces de conser- var la memoria de otros tiempos que habían sido más propicios para lo lú- dico, sobre todo en el barrio de San Agustín. Todos sabían que incluso en esos tiempos de intolerancia algunos homosexuales, enmascarados y alo- cadamente disfrazados, se atrevían a pasear por la calle Montero, desafian- do a la autoridad que los acosaba y “corría” por las callejas del barrio.


En efecto, nuevamente en pala-


bras de Lucas León, personajes como “La Butaca Loca”, Antonio Santacruz “La Chicharitos”, “La Niña del Lunar”, “La Marquesa” y “La Paquera” hacían el Domingo de Carnaval lo que más les gustaba y que estaba en su natu- raleza: vestirse de mujer. Vampiresas, Damas del Misissipi o émulas tetudas de Sarita Montiel desfilaban entre carreras, sustos y falsas alarmas de llegada de la autoridad en forma de policía municipal en bicicleta. Los “enmascarados”, no obstante,


eran una clara minoría de la pobla- ción. En esos tiempos la gente tenía una actitud temerosa y pasiva y no se atrevía a disfrazarse. El carnaval sólo era un recuerdo en la mente de los mayores, que sabían que en otros tiempos se habían celebrado fiestas en las que se ponía en solfa a unas sociedades y a unos gobiernos menos represivos y mojigatos que los fran- quistas. En la dictadura, el modesto carnaval de San Agustín no era sino una fiesta clandestina, entre el in- vierno y la primavera, que de algún modo quería significar un ala abierta de un imposible pájaro de libertad.


En la dictadura, el modesto carnaval de San Agustín no era sino una fiesta clandestina, en-


tre el invierno y la primavera, que de algún modo quería significar un ala abierta de un im- posible pájaro de libertad.


34


Page 1  |  Page 2  |  Page 3  |  Page 4  |  Page 5  |  Page 6  |  Page 7  |  Page 8  |  Page 9  |  Page 10  |  Page 11  |  Page 12  |  Page 13  |  Page 14  |  Page 15  |  Page 16  |  Page 17  |  Page 18  |  Page 19  |  Page 20  |  Page 21  |  Page 22  |  Page 23  |  Page 24  |  Page 25  |  Page 26  |  Page 27  |  Page 28  |  Page 29  |  Page 30  |  Page 31  |  Page 32  |  Page 33  |  Page 34  |  Page 35  |  Page 36  |  Page 37  |  Page 38  |  Page 39  |  Page 40  |  Page 41  |  Page 42  |  Page 43  |  Page 44  |  Page 45  |  Page 46  |  Page 47  |  Page 48  |  Page 49  |  Page 50  |  Page 51  |  Page 52  |  Page 53  |  Page 54  |  Page 55  |  Page 56  |  Page 57  |  Page 58  |  Page 59  |  Page 60  |  Page 61  |  Page 62