tear en nuestras aguas pero jamás se disuelven en ellas. Los chinos jamás pierden el control de su propio destino, como bien saben los empresarios que hayan salido airosos de alguna negociación con ellos. No obstante, en mi experiencia china la combinación entre libre mercado y autocritica política me despertó mu- chos interrogantes. ¿Serán capaces los actuales dirigentes de realizar suficientes reformas democráticas para que la economía de mercado pueda fluir sin que les explote en las manos? ¿Cómo se puede abrir el mercado del comercio y cerrar el de las ideas? ¿Será suficiente el éxito económi- co para que el nivel de vida suba para todos de manera que las desigualdades y la injusticia no provoquen el caos y la violencia, el enfrentamiento entre la China rural empo- brecida y la China urbana en continuo crecimiento? Estas fueron algunas de las preguntas que yo me hice después de pasar un mes en este inmenso país, viajando


La locura por la construcción de grandes y singulares edificios


de Pekin a Xian, pasando por Shanghai, Guillin, Louyang, Nanjing, Suzhou, Hangzhou, Kunming, Chengdu, etc. Una vez en China me preguntaba: ¿a qué tiempo he viajado? Y estoy seguro de que cualquier chino me hubie- ra respondido sin dudarlo que al futuro, tal y como acredi- tan sus cinco mil años de historia. John King Fairbank, que fue catedrático en Harvard, escribió con ironía que “quizás los chinos se han unido al gran mundo exterior justo a tiempo para participar en su colapso”.


Cuando visité Shanghai presentí que era aquí donde más violentamente se estaban produciendo los cambios en China. Shanghai es una vieja y oscura ciudad ribereña a la que muchos encuentran parecidos con Brooklyn, es famosa por su gentío y su vida callejera y por sus ciu- dadanos que superan los 23 millones y por su elegancia también. En esta gran ciudad es donde más se detecta el ánimo y el objetivo de aparecerse al recién incorporado Hong Kong. En nuestra visita nos contaban que en los últimos años se habían construido mas de 50 rascacielos y que estaban en construcción más de cien, qué obsesión tienen todos por construir el más alto del mundo.


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