EDUCAR LA MIRADA
viendo esos detalles que apreciamos en otras fotografías y que hasta la fe- cha nunca veíamos en las nuestras. Estamos ante la educación de nues- tra mirada fotográfica y desde ese instante cuando salgamos a la calle buscaremos sin darnos cuenta todo aquello que por sus características es- capa a la normalidad. Un reflejo, una sombra, una mueca, un contraste, una perspectiva, una combinación de colores… Los detalles que antes sucedían sin sentido fotográfico para nuestra mirada poco a poco irán teniendo ca- bida en ella. Este tipo de fotografía requiere
de una acción reacción por nuestra parte, sin que se genere ninguna duda, entre la escena que vemos y el instante en que apretamos el dispa- rador de nuestra cámara. Si nuestra indecisión nos hace perder un sim- ple segundo, la escena se disolverá ante nuestros ojos sin haberla podido plasmar en la fotografía, todo aquello que habíamos visto. Para evitar ese desenlace, hemos
Educar la mirada (II) Seguimos en la denominada Strett
Photography para poder tener un concepto más claro de cómo educar la mirada. La fotografía de calle, nos permite obtener frescura en nuestras fotografías. La espontaneidad que la mayoría de las veces perdemos cuan- do seleccionamos un posado o una imagen estática, en la calle la recupe- ramos. Quizás por esta sencilla razón los grandes nombres de la fotografía tienen como fotografías emblemáti- cas de su trabajo, encuadres realiza- dos donde el instante preciso marca la diferencia.
Una vez realizado el sencillo ejer-
cicio de dar unas cuantas vueltas a nuestra manzana o simplemente re- correr la calle donde vivimos en dife- rentes días y horarios, nos daremos
cuenta al repasar la imágenes reali- zadas que algo está cambiando en nuestra manera de realizar fotogra- fías. Veremos que los detalles que nos pasaban desapercibidos ahora tienen una importancia creativa en nuestro trabajo y aquellas situaciones que tal vez veíamos pero no reparamos en ella, nos seducen para ser fotografías desde nuestra perspectiva. Tras este primer paso, estaremos más preparados para enfrentarnos a cualquier circunstancia fotográfica que se nos presente en nuestras sa- lidas. Fotografiar ese entorno cotidiano
durante unos días nos permite entre otras cosas poder obtener una soltu- ra indispensable ante salidas de más envergadura. Poco a poco vamos
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de conocer nuestra maquina y como complemento ir puliendo nuestra téc- nica al disparar. Un simple y efímero segundo, modifica todo lo que su- cede ante nuestra mirada. Quizás el encuadre aún nos cuente algo, pero el verdadero interés por ese instante preciso ya habrá sucedido. Las dos imágenes de ejemplo me permiten ilustrar esta segunda entra- da sobre la educación de la mirada y la importancia de captar el instante preciso que vemos en nuestra es- cena. Andando por la calle nos cru- zamos con momentos irrepetibles. Instantes que si estamos por nuestra labor podrán formar parte de nuestro archivo de buenas fotografías. La primera imagen me sirve para ilustrar un viejo dicho popular que habla de uno que iba borracho y ter- minó abrazado a una farola. Antes de hacer la fotografía, la persona estaba unos cien metros por delante de mí. La había visto caminar de un lado a
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